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El peronismo comenzó a discutir su futuro

Cumbre-San-Juan
Cumbre-San-Juan
03 febrero de 2016

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

En San Juan y Santa Teresita, el peronismo nacional y el bonaerense reclamaron el liderazgo de la oposición para gobernadores e intendentes. Las divisiones en el FpV y la estrategia de Massa.

Finalmente, la discusión interna del peronismo estalló. Tras casi dos meses intentando acallar y postergar las divisiones en el seno del partido, las peleas emergieron en la discusión del Presupuesto bonaerense primero y luego, más abiertamente, en las reuniones que los referentes nacionales y provinciales del PJ tuvieron en San Juan y Santa Teresita, respectivamente. Por qué perdió, cómo hacer para volver a ganar y cómo posicionarse frente a Mauricio Macri y Cristina Fernández es lo que divide al Frente para la Victoria, que amenaza con quebrarse en las cámaras legislativas y en el camino a 2017. Mientras tanto, Sergio Massa, excluido y autoexcluido del PJ, hace equilibrio entre la oposición y el oficialismo para mostrarse como la oposición sensata y responsable que encarna el deseo de cambio hacia una "política del siglo XXI".

DÍAS DE CUMBRES

Hacia fuera, las reuniones de San Juan y Santa Teresita tuvieron a Massa y Macri como blancos principales. El primero, por haber dejado el FpV en 2013 y por su viaje a Davos; el segundo, por el decreto que más que duplica la participación de la Ciudad de Buenos Aires en la coparticipación federal. Sobre este punto, en la reunión de gobernadores advirtieron inclusive que las provincias podrían ir a juicio para reclamar el 15% de precoparticipación que la Corte Suprema instó a devolverle a Santa Fe, San Luis y Córdoba y que un decreto de Cristina Fernández había planteado devolverles en 2016.

En tanto, la presencia de once gobernadores (que no obstante representan a apenas un tercio de la población nacional) sirvió para medir el poder de fuego de las provincias, así como las ausencias de los peronistas Mario Das Neves, Alberto Rodríguez Saá y Juan Schiaretti marcaron el límite de la convocatoria peronista.

Sin embargo, ambas cumbres estuvieron también ?o sobre todo- pensadas en función de los conflictos puertas adentro. En San Juan, Juan Manuel Urtubey intentó tender puentes nuevamente hacia sus pares gobernadores después de los resquemores que generó el encuentro en Pinamar con Massa y su reunión con el ministro del Interior Rogelio Frigerio.

Asimismo, en Santa Teresita, el grueso del peronismo bonaerense ?encabezado por Fernando Espinoza, Julián Domínguez y Alberto Pérez en el cónclave justicialista- reclamó el liderazgo dentro del FpV para los intendentes y cuestionó a los sectores más alineados con el kirchnerismo (La Cámpora e intendentes alineados, como Jorge Ferraresi, Walter Festa, Leo Nardini, Patricio Mussi y Juanchi Zabaleta, entre otros), que se autoexcluyeron de la reunión y preparan una contracumbre. “Empezamos a perder las elecciones bonaerenses cuando llevamos una lista sin la representatividad del territorio. El único liderazgo posible en esta etapa, porque ganaron y porque expresan nuestro sentir, es el de los intendentes”, clamó Domínguez. “No podemos estar 'detrás de', como estuvimos tanto tiempo”, lazó Pérez, en clara referencia a La Cámpora.

Las diferencias con otro sector, encabezado por Juan Abal Medina, estuvieron a flor de piel. El senador nacional propone que tanto La Cámpora como el moyanismo, los massistas que decidan regresar al FpV y el peronismo de los intendentes puedan convivir bajo un mismo paraguas. “Para que el peronismo vuelva a ser mayoría, tenemos que reconstruir la alianza política y social que tuvimos en 2011 y eso significa todo el mundo adentro”, planteó en diálogo con el estadista durante la cumbre.

Por qué se perdió la gobernación bonaerense y la Presidencia y cómo hacer para recuperarlas es lo que divide al FpV. El otro punto de fricción, con sus múltiples matices, responde a cómo interpelar al macrismo. A un extremo, Massa y su política de cooperar con el Gobierno; al otro, el núcleo duro kirchnerista que propone una oposición acérrima cargada de épica contra un gobierno al que cataloga de "neoliberal" y "dictatorial". Entremedio, más moderados, se ubican Juan Manuel Urtubey y Abal Medina, entre otros que bregan por un peronismo “responsable” que garantice la gobernabilidad. En cambio, Daniel Scioli, José Luis Gioja, Espinoza y Domínguez, entre otros, plantean una oposición más acentuada.

En el Senado bonaerense, estas internas provocaron el quiebre del bloque del FpV. En la Cámara Baja provincial, en tanto, estuvieron a punto de hacerlo con la discusión del Presupuesto bonaerense, pero finalmente se logró evitar la ruptura, aunque no que votaran divididos el artículo sobre el endeudamiento.

En el Congreso Nacional, de cara a la negociación con el Gobierno Nacional, los incentivos para mantenerse unidos parecen más que los de separarse. No obstante, parte del peronismo de las provincias ya propuso una división. Allí, será determinante para garantizar la unidad de los bloques legislativos el rol que jueguen Miguel Angel Pichetto en el Senado y José Luis Gioja y Héctor Recalde en Diputados, tres dirigentes de vasta experiencia y mucha gimnasia en la negociación política.

A fines de febrero se elegirá la fecha para las elecciones de autoridades del PJ nacional, que vencen el 8 de mayo. Gioja o Scioli, de amplia aceptación en el PJ, podrían emerger como candidatos de consenso, aunque todavía no está claro que vaya a haber una lista única. De todos modos, el verdadero liderazgo se empezará a definir seguramente ?como manda la tradición pasada del peronismo- en las elecciones legislativas intermedias en la provincia de Buenos Aires. Y en ese punto, hay otros por fuera del partido que también querrán participar.

ESTRATEGIA RENOVADORA

Massa no quiere liderar el PJ ni volver al partido. No tiene nada que ganar allí y en cambio, mucho para perder. En primer lugar, su poder de negociación ante el oficialismo. Con 20 diputados y 9 senadores bonaerenses, y 28 diputados nacionales (entre massistas y otros integrantes del peronismo federal), su peso en el ámbito legislativo es clave para un Macri sin grandes números en el Congreso y la Legislatura bonaerense.

Al mismo tiempo, este vínculo le garantizó al Frente Renovador varios lugares en el Gobierno: Adrián Pérez en la Secretaría de Asuntos Electorales y Fortalecimiento Institucional (ver entrevista), Ricardo Delgado en la Subsecretaría de Coordinación de la Obra Pública Federal, Jorge Sarghini como presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Mario Meoni y Daniel Arroyo en el directorio del Banco Provincia, y Mauricio D'Alessandro como director del Grupo Bapro.

La estrategia de Massa para 2016 es mostrarse como un opositor moderado, responsable y sensato que no buscará complicarle el camino a un Presidente que recién asume, no cuenta con mayorías legislativas y tiene una pesada herencia para resolver, sino facilitarle el camino y “apoyar lo que está bien y criticar lo que está mal”. Bajo esa idea se enmarca su viaje a Davos. Una estrategia que desde el sciolismo califican de "oficialismo blue".

En el massismo, en cambio, entienden que las últimas elecciones marcaron un cambio de época (el ingreso a la “política del siglo XXI”) y que seguir esta estrategia es sumarse a esa “ola de cambio”. Según algunas encuestas, esta posición tiene réditos positivos en la imagen del líder del Frente Renovador.

No obstante, como el “Cambio Justo” durante la campaña, el equilibrio entre la oposición y el oficialismo lo dejaría en un lugar poco claro de cara a las elecciones de 2017. Por eso, antes de los comicios, probablemente, la postura massista virará hacia una oposición más clara. Massa intentará en 2017 ser el opositor más votado en la provincia de Buenos Aires (que elige senadores), lo que lo dejaría nuevamente bien posicionado para la carrera presidencial. Como solo dos partidos pueden ingresar algún senador, si el Frente Renovador logra meterse entre los dos primeros, el PRO o el PJ-FpV se quedarían afuera, con el impacto que eso significaría para la pelea nacional.

Por eso para Massa, el PJ no tiene ningún atractivo. Si logra los votos, confía, conseguirá más dirigentes que lo acompañen en la carrera presidencial y lo ayuden a superar su mayor desafío, que ha sido construir exitosamente una estructura política de largo plazo que exceda a su persona y su carisma.

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