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“Macri también puede concitar apoyos peronistas”

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14 noviembre de 2015

“Si el PJ pierde, y efectivamente entra en un período de crisis, no tendrá demasiado margen para coordinarse y hacer una oposición dura ante un Presidente que tendrá muchos votos y considerable popularidad”, opina D'Alessandro

En diálogo con el estadista, Martín D'Alessandro, politólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), analiza el impacto sobre el sistema de partidos de la nueva configuración del poder nacional y provincial, ofrece su visión sobre cual es la clave para que Cambiemos (en caso de ganar) pueda digerir sus diferencias internas, sugiere que el PJ podría entrar (en caso de perder) en un período de crisis similar al de 1983 y da pistas sobre el futuro de la UCR. A continuación, el diálogo completo.

Las elecciones generales del 25 de octubre trajeron varias sorpresas más allá del resultado, que también fue sorpresivo. Le menciono algunas. Un candidato presidencial de un tercer partido (esto es, ni del PJ ni la UCR), y que tiene menos de una década de vida, está en una posición expectante para llegar a la Casa Rosada. El partido de Gobierno está en una posición algo menos expectante para ganar su cuarta elección presidencial consecutiva. Se celebrará el primer balotaje de la Historia. Por primera vez, el peronismo perdió la provincia de Buenos Aires estando en el poder. Por primera vez será gobernada por alguien que no es radical ni peronista y que, además, es mujer. El radicalismo no tuvo un candidato presidencial propio. La provincia de Buenos Aires y la CABA serán gobernadas por el mismo partido y, potencialmente, la Nación también. El peronismo perdió Jujuy, bastión que gobernaba desde 1983, y la lista puede seguir. Como politólogo, ¿qué fue lo que más le sorprendió y por qué?

Todos esos cambios son sustantivos y coincido con otros analistas en que todavía no estamos viendo todos los efectos que van a producir. Lo que más me sorprendió fueron los resultados de la elección para Presidente, que generaron un giro profundo e inesperado en las expectativas de cara a la segunda vuelta. Daniel Scioli era el favorito para la primera vuelta y el 25 de octubre a la madrugada percibimos de golpe que Mauricio Macri es el favorito para la segunda vuelta. También fue sorpresivo el triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y, sobre todo, lo que no es exactamente lo mismo, la derrota del peronismo en ese distrito, algo que sólo había pasado en el excepcional 1983. Esto va a generar muchos cambios en la lógica política en varios niveles: en el comportamiento presidencial, en el del Ejecutivo de la provincia más importante del país (e impactando también en los otros gobernadores) y también en el nivel municipal, pues implicará un recálculo en las alternativas políticas de los intendentes.

¿Por qué sostiene que los cambios que genera este nuevo escenario son todavía difíciles de mensurar?

Hay que esperar y ver qué ocurre el 22 de noviembre. Pero, en cualquier escenario, Buenos Aires sigue siendo, como dijo Edward Gibson, un hegemón en la distribución del poder a nivel provincial, y su conducta será observada muy de cerca por los otros gobernadores. Sobre todo en la manera en que gravitará en la distribución de recursos de la Casa Rosada. En segundo lugar, también habrá que ver cómo reaccionan los intendentes. Hasta ahora, en la estrategia del kirchnerismo primaba la relación directa de la Casa Rosada con los municipios, y los gobernadores perdieron parte de su capacidad redistributiva. Ahora, con Vidal en la provincia, es probable que ese patrón de distribución de recursos sufra algún cambio. Luis Tonelli subrayó acertadamente que los ganadores políticos de la última elección se corresponden con una coalición más metropolitana y del centro del país, y que tiene otro tipo de expectativas sobre la forma en que se hace política y se distribuyen los recursos. Si, efectivamente, se produce un cambio hacia una forma de gobernar más universal y menos discrecional, cambiarán las reglas del juego con las que los intendentes consiguen sus recursos y diseñan sus carreras políticas.

Al margen de lo que ocurra el 22-N, ¿cómo cambia el sistema de partidos?

Hay que esperar a ver quién gana el balotaje, y también un poco más, porque puede haber cambios rotundos en el sistema de partidos, pero no lo sabremos el mismo día de la elección. Carlos Gervasoni señaló correctamente que el PJ, en caso de que gane Macri, quedaría sujeto a una crisis muy fuerte, y creo que podría ser tan profunda como la de 1983. En efecto, si el PJ pierde, habrá muchos reproches hacia actores internos, incluyendo a la Presidenta, y está la posibilidad de que, en primer lugar, eso demande cierto tiempo para salir de la sorpresa; en segundo lugar, que genere el reacomodamiento de todos los actores de la red peronista a nivel nacional, provincial y municipal y, en tercer lugar, que se produzca una renovación con una oferta electoral más interesante para un electorado, y esta es otra novedad, que parece estar autonomizándose de las redes partidarias. Entonces, por un lado, el actor fundamental de la política argentina, que es el peronismo, entraría probablemente en un pozo de realineamientos que no sabemos cuánto durará ni cuán profundo será. Una posibilidad es que se reconfigure medianamente rápido de la mano de los nombres de los ya anotados en la carrera renovadora, como Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Florencio Randazzo y el siempre renovador José Manuel de la Sota. Por otro lado, lógicamente, habrá que ver cómo se configura la eventual coalición gobernante. Si el peronismo no genera una oferta nueva y competitiva acorde con los cambios en el electorado en los próximos dos años, y si a Macri, si es que gana, le va bien en el Gobierno y no se encierra en una postura de recorte neoliberal sino que avanza sobre los amplios consensos políticos y sociales que hay sobre el rol y la intervención del Estado en la economía, entonces el polo no peronista (como lo ha bautizado Juan Carlos Torre) puede convertirse en un actor hegemónico en la política argentina. Si tienen suerte y hacen bien las cosas, podrían dar vuelta el tablero y configurar algo que hoy es impensable. Volvería el sueño del Tercer Movimiento Histórico, con la promesa y los riesgos que ello implicaría. En definitiva, hoy veo un sistema de partidos muy inestable y con múltiples reconfiguraciones posibles.

Pensando un poco más allá del corto plazo, ¿qué rol le cabe a la UCR en el nuevo escenario? Son varios los que lo asemejan al PMDB brasileño, es decir, un partido clave para formar coaliciones de Gobierno pero incapaz de llegar por su cuenta al Poder Ejecutivo.

En el corto plazo, ha tenido un gran éxito y está ante la posibilidad de volver al Gobierno. Forma una parte esencial de una coalición bien recibida, y podría impulsar gran parte de su agenda histórica. En ese sentido, tiene una gran oportunidad para tener un rol más importante que el PMDB (al que tampoco le va tan mal, comparado con la experiencia de la UCR de los últimos quince años). En el mediano plazo enfrenta tres escenarios. El primero y peor sería una disolución dentro del PRO, más probable si Macri gana y le va bien, con el riesgo de perder su identidad y su todavía importante marca política. El segundo sería la consolidación de su papel de socio territorial, al estilo del PMDB. El tercero y más favorable sería aprovechar positivamente la coyuntura para salir del letargo organizativo, darse un profundo proceso de renovación para estimular, premiar y consolidar liderazgos propios que le permitan, eventualmente, tener una posición diferenciada que en algunos niveles pueda compartir (incluso compitiendo) espacios de poder con el PRO.

Cada vez que asoma la posibilidad de que un partido que no sea el PJ asuma la Presidencia, volvemos a preguntarnos sobre su capacidad para tener “gobernabilidad”. ¿Cómo ve, hoy, ese frente en caso de que se imponga Macri?

Por lo que estamos viendo en la campaña, la gobernabilidad peronista, tal como la conocemos, tampoco está garantizada hoy con un triunfo del FpV. Pero obviamente, la principal duda siempre se posa sobre un Gobierno no peronista. En este punto creo que hay que aprender de las experiencias propias y de las experiencias de otras coaliciones. Es muy importante que la coalición disponga de un mecanismo de resolución interna de los conflictos. Si bien el PRO y la UCR son partidos similares en múltiples aspectos, son muy distintos en muchos otros: no tienen la misma Historia, ni la misma visión antropológica de lo que significa hacer política, ni funcionan de la misma manera. El PRO es un partido muy verticalista y unificado, y la UCR es todo lo contrario. Al PRO le va a molestar la indisciplina internista radical, y a la UCR le va a molestar el estilo eficientista del PRO. En caso de acceder al poder, seguramente habrá conflictos, y es esperable que ambos partidos, y también la Coalición Cívica, los interpreten y evalúen de manera distinta. Será esencial que haya muchas mesas secretas de diálogo para que esos conflictos no transciendan en los medios ni disparen crisis de Gobierno por asuntos menores, sino que deberían poder tramitarse por algún mecanismo más o menos institucionalizado y compartido.

Máxime cuando se avecinan tiempos económicos más complicados?

Seguro. No creo que Cambiemos, en caso de ganar el Poder Ejecutivo, sea tan autodestructivo y concentre sus esfuerzos en los recortes. Todos sabemos que hay desequilibrios importantes que hay que atender, como el propio Scioli reconoce en la campaña. Pero durante el kirchnerismo se ha forjado un amplio consenso social y político sobre el rol del Estado, que Cambiemos no creo que quiera subvertir. También hay un consenso sobre cuáles son los problemas económicos que primero hay que atacar (por ejemplo, los subsidios o el tipo de cambio). Y además, tampoco es necesario hacer recortes brutales, porque no hay una crisis de tal tamaño que pudiera justificarlos, como a finales de los '80. Entonces, ¿se suicidaría políticamente Macri en nombre de su supuesto fanatismo neoliberal? La situación económica no va a ser expansiva como en los años del kirchnerismo, pero tampoco hay margen para que sea drásticamente reducida como en los años del menemismo. Hay bases estructurales, posibilidades técnicas y consensos políticos amplios como para transitar un camino razonable que no implique ni retracción económica ni mayores costos sociales.

Si gana Macri, estaríamos frente a lo que la ciencia política denomina “Gobierno dividido”, es decir, un Presidente sin mayorías legislativas. ¿Cuáles son las claves para poder implementar la agenda legislativa del Poder Ejecutivo en contextos como esos?

De ganar el balotaje, Cambiemos no va a estar muy lejos de tener un contingente legislativo mayoritario. En la Cámara de Diputados van a ser cruciales los acuerdos que se puedan hacer con UNA y otros bloques, incluso con diputados peronistas. La negociación con el peronismo será crucial, sobre todo en el Senado. Y quizás eso pueda llegar a ser posible: si el PJ efectivamente entra en un período de crisis, no tendrá demasiado margen para coordinarse y hacer una oposición dura ante un Presidente que tendrá muchos votos y considerable popularidad. En ese escenario, se les haría difícil a los gobernadores peronistas del norte y del sur salir con los tapones de punta contra un Presidente nuevo y popular, sobre todo si logra disipar la percepción de que venía con el cuchillo neoliberal entre los dientes. Si Macri avanza con algunas políticas que les resulten estratégicas, como el Plan Belgrano u otras iniciativas favorables para las economías regionales, las provincias peronistas también son posibles aliados. Quizás no para toda la agenda de Macri, pero también sabemos que las transferencias de recursos desde la Casa Rosada son vitales para financiar las cuentas públicas de muchas provincias.

Más aún cuando varios gobernadores (sotto voce, la mayoría) están disconformes con algunos lineamientos de la política económica actual.

Claro. Si Macri sale con una agenda desarrollista no exclusivamente arraigada en el centro más desarrollado del país, ¿por qué oponerse desde el vamos, y encima sin saber qué pasará en el peronismo o cómo se posicionarán los otros actores o la opinión pública? Pero esto también dependerá de la capacidad de Macri para ampliar sus bases de apoyo más allá de Cambiemos. Los primeros 100 días serán claves.

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