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Variaciones sobre un macrismo sin Macri

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16 septiembre de 2015

(Columna de Pablo Ibáñez)

¿Cuál será el futuro del PRO si Mauricio Macri no llega a la Casa Rosada? Las figuras clave.

Macri nunca tuvo jefe. No, al menos, jefe político. Por pudor o incomodidad, se inmunizó en el temprano 2000 contra la tentación de, a lo Reutemann o a lo Scioli, brotar como un fenómeno popular abrazado ?a y por el? peronismo. Las marcas de agua de aquella aproximación son Diego Santilli y Cristian Ritondo, por entonces jóvenes del clan peronista que ordenaba Miguel Angel Toma.

Macri es su propio jefe. Y expresa, a un mes y medio de la elección, un fenómeno poco usual: ser un dirigente que puede llegar a coronarse como presidente desde un partido creado por él, un ismo de su apellido y, más novedoso todavía, desde una identidad política distinta a las existentes.

Macri no es peronista ni es radical, ni socialista ni liberal. Es, quizá, un mix desparejo y azaroso de todo eso ?y de republicanismo conservador, o el restaurador de un partido unitario elegante, según el diagnóstico malicioso de un historiador peronista? pero no vindica, ni parcialmente, alguna de esas identidades. Macri es macrista como Perón era peronista.

El fundador del PRO escaló, en el último año y medio, de la condición de candidato presidencial sin voluntad de ser presidente a frentista autónomo de sus socios, portador de un cuarto de los votos nacionales y, ahora, a posible (o más que posible, según admite el sciolismo) duelista del balotaje, aunque figura hasta acá como retador.

Los ensayos sobre un Macri ganador y presidente, cabeza de un frente diverso, son un ejercicio intrigante como lo es también la exploración de un escenario que hoy las encuestas sugieren más probable: la irrupción de un espacio político y territorial, con bastiones ejecutivos y tropa legislativa, pero sin Macri en la Casa Rosada. Un macrismo sin Macri. En torno a esa hipótesis, asoman novedades y proyecciones.

1. Si en la elección de octubre, en la que se definen legisladores nacionales y provinciales, intendentes y concejales, Cambiemos repite el resultado del 9-A, el macrismo computará desde diciembre casi 40 diputados nacionales, entre 8 y 10 senadores, unos 30 legisladores bonaerenses y 18 intendentes en la provincia de. Buenos Aires. Una previsible mejora de esos números en la general de octubre, mejorará la cosecha, ampliaría sobre todo el número de legisladores provinciales y pondría al PRO cerca de ganar en Morón, Tres de Febrero, La Plata y Lanús, entre otras ciudades emblemáticas y populosas.

2. El espejo más fiel para mirar a ese PRO es el FREPASO de Carlos “Chacho” Alvarez, que tuvo dos elecciones exitosas en pacto con la UCR. Era, aquel, un radicalismo más potente, expansivo y sólido que el que conduce Ernesto Sanz. En diciembre de 1999, el frepasismo anotaba presencia legislativa, sostenida casi exclusivamente en Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, pero mucho menos protagonismo ejecutivo ?aún ganando la presidencial? que el que tendrá, con la foto de hoy, el PRO.

3. El FREPASO, al que puede computarse la llegada de Hermes Binner a la intendencia de Rosario hace pie en tres municipios bonaerenses: Morón con Martín Sabbatella, proveniente de la Fede; Avellaneda con Oscar Laborde, también del PC y Lomas de Zamora, con Edgardo Di Dio. El lomense se mancó al poco tiempo, Laborde perdió en 2003 y Sabbatella sobrevivió como un vecinalismo. La crisis se precipitó con la renuncia de “Chacho” a la vicepresidencia en octubre de 2000 y el FREPASO implosionó tras la caída de Fernando De la Rúa.

4. En parte, aquella experiencia se puede traspolar al PRO. Macri fue un negociador duro, pulseó para poner a los suyos en las boletas y donde hubo internas entre un PRO y un radical, evitó explícitamente mostrarse con el radical. Hizo pesar su valor político y electoral y dejó en claro quién era el socio mayoritario en el frente Cambiemos. Fue, incluso, despreciativo con caudillos radicales, sobre todo del interior del país. Esa actitud, de negociador político y de CEO empresario, pone al PRO frente a la eventualidad de tener a partir de 2016 una estructura política tan, o más relevante, que la UCR, aunque Macri no sea presidente. ¿Cómo y por medio de quién se administra un espacio político hiperpersonalista, si su fundador y jefe queda fuera del tablero o, como sugirió en algún momento, se retira de la política y se muda a Italia?

5. Horacio Rodríguez Larreta, su heredero porteño, es quien asoma con más fierros y destrezas para conducir la transición del macrismo sin Macri. María Eugenia Vidal, históricamente del clan larretista, podría si hace buena elección en la provincia surgir como la otra variable visible, incluso más taquillera que el propio Larreta. Son, sin contar a Gabriela Michetti, las únicas dos figuras del PRO con conocimiento y luz pública. Marcos Peña, el estratega y ladero de Jaime Durán Barba, apostó a meterse en esa “trinidad” eventual cuando pujó para convertirse en candidato a vicepresidente de Macri: una campaña nacional, el gesto simbólico de ponerlo como su número dos, pudo constituir a Peña en un potencial delfín. “Marquitos” no se rendirá pero aquel plan, el camino más corto para entrar en el ring y la grilla por la sucesión, lo frustró el propio Macri. El otro, que ofició de CEO político del PRO y supo chocar ?y perder con el eje Durán Barba/Peñaes Emilio Monzó, que fue el enlace de los pactos con la UCR y en el cierre intercaló monzoistas en las boletas.

6. Pactar, ante un Macri distante, la convivencia entre las tribus del PRO será la prioridad de un macrismo sin Macri bajo otra lluvia ácida: intentar sobrevivir ante un peronismo dominante y experto en someter o seducir a sus opositores, tensión que se hace más intensa para los que ocupan cargos ejecutivos.

En diciembre, el PRO puede irrumpir como segunda fuerza, con más protagonismo y novedad que la UCR que todavía no acierta a armar su renovación. El PRO, mientras, se aventura a una experiencia más exitosa de conformar una tercera fuerza, una identidad nueva, como lo intentaron Alende, Rico o Chacho. Y Alsogaray, otro ingeniero.

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