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Buenos Aires, el foco de la pelea

Buenos-Aires
Buenos-Aires
28 agosto de 2015

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

La gobernación y las 135 intendencias que se ponen en juego en un distrito clave para los tres presidenciables que aún mantienen sus aspiraciones.

Es un clisé, pero cada elección se comprueba más: la provincia de Buenos Aires es la madre de todas las batallas. Daniel Scioli no hizo una buena elección en el distrito. Lo reconocen en el propio oficialismo. Los votos bonaerenses significaron el 38,4% de su caudal nacional, lo mismo que el promedio a nivel país y apenas un punto por encima del 37% que aportó la provincia al total nacional. Habiendo gobernado por ocho años la provincia, se esperaba que sacara mejores resultados. En cambio, quedó a casi un millón de votos de su reelección como gobernador en el atípico 2011, pero también a 140.000 votos de lo que obtuvo en 2007. Esos votos son los que el sciolismo busca determinar dónde se perdieron para poder recuperarlos.

Una explicación que dan es el menor nivel de asistencia a las urnas por las inundaciones. Por eso, un primer foco será lograr que vote más gente. En segundo lugar, la meta será mejorar en el interior y especialmente en las grandes ciudades en las cuales perdió con Cambiemos. Centralmente, Bahía Blanca y dos icónicas: La Plata, donde está la gobernación, y Mar del Plata, “el lugar en el mundo” del sciolismo. Pero el foco central será el voto de Sergio Massa, que se concentró en partidos de un perfil sociológico más cercano al peronismo que al del jefe de Gobierno porteño, como Merlo o Florencio Varela y que explican parte de la pérdida de votos con respecto a 2007 y 2011.

Por su parte, Mauricio Macri logró superar las dificultades que tenía en el distrito pero aspira a más. Para evitar un triunfo de Scioli en primera vuelta, la clave está en la provincia, donde debe sumar 10 puntos, según entienden en el PRO. Con esa meta, en el armado bonaerense de María Eugenia Vidal delinean una estrategia focalizada en cada partido en particular.

Por otra parte, al igual que Scioli, a Macri no le fue como se esperaba donde gobierna. En la ciudad de Buenos Aires sacó el 41,6% de los votos y estuvo incluso por debajo de la marca de Horacio Rodrí- guez Larreta, que tuvo 67.500 votos más para jefe de Gobierno en la primera vuelta.

En tanto, el objetivo de Massa es retener lo que ya tiene. El eje está en la Primera Sección Electoral, donde pese a haber caído pronunciadamente desde 2013, sigue estando el bastión del massismo.

REALINEAR EL FRENTE INTERNO

En el FpV, la palabra, hoy por hoy, es “tregua”, tanto a nivel municipal como provincial. Cristina Alvarez Rodríguez y Alberto Pérez, y hasta el propio Scioli en algunos casos, se reunieron con los intendentes que perdieron sus primarias para asegurarse su apoyo total de cara a octubre: Mariano West, Raúl Othacehé, Daniel Di Sabatino y Darío Giustozzi.

Mientras tanto, Felipe Solá y Vidal apuntan sus críticas hacia Aníbal Fernández, una figura muy resistida desde distintos sectores e incluso por parte de los propios intendentes peronistas del GBA. Sin embargo, la apuesta a que haya un corte masivo de boleta tiene pocas probabilidades de éxito. Aunque puede llegar a haber un mayor porcentaje de votos en blanco para esa categoría (como es tradición), es difícil que haya un gran corrimiento de votos hacia otras opciones. Pese a haber jugado en contra de Fernández, los intendentes no van a ir en contra de la boleta del FpV, que ellos mismos y sus concejales integran, ni buscar un corte masivo de boletas imposible de instrumentar. Por otra parte, varios de los intendentes que tuvieron primarias dentro del FpV fueron menos votados individualmente que el precandidato de Cambiemos. Sin embargo, no alcanzó a hacer sonar la alarma del oficialismo bonaerense. Las primarias son elecciones distintas a las generales y en octubre pesarán más los nombres, confían en el oficialismo. Allí, los que aspiran a ser reelectos corren con ventajas de armado territorial y conocimiento frente a quienes son candidatos por primera vez. En 2011, de los 135 municipios, en 22 el que ganó las PASO perdió las generales. De esos, en 20 el que había ganado las PASO había tenido competencia. “La ciudadanía juega más donde hay competencia electoral en las PASO, pero después modifica su voto a uno más sincero. Hemos visto corrimientos electorales de casi el 30% en muchos municipios en 2011”, advierte el politólogo Gustavo González, en línea con lo que esperan en el oficialismo.

RETENER INTENDENCIAS

En cambio, en el armado bonaerense del Frente Renovador hay por primera vez desazón. “Tendríamos que haber sacado más”, apunta uno de los principales responsables del massismo en su distrito de origen. Mirando hacia atrás, entre las razones del magro resultado de las PASO aparecen la demora para elegir un candidato a gobernador e iniciar la campaña, los intentos externos e internos de bajar a Massa a la provincia, la sucesión de salidas de intendentes del partido y el arrastre de la boleta presidencial de Macri.

Hacia delante, reconocen que el escenario es difícil. El objetivo de máxima del massismo es retener las 16 intendencias que todavía conservan. Para eso, apuestan al arrastre que pueda generar Massa si logra fortalecerse en octubre, con el debate de propuestas y la instalación de la idea de que solo el tigrense puede vencer al oficialismo. En el GBA, entre las intendencias más accesibles ven a San Fernando y Tigre, mientras que Junín y Hurlingham ven como las más difíciles de retener, seguidas de Malvinas Argentinas y San Miguel.

Tras una primaria que califican de “satisfactoria”, en el PRO comenzaron a delinear su hoja de ruta. Su meta es sumar 10 puntos en la provincia de Buenos Aires, para lo que esperan alcanzar 45% en el interior y más de 30% en el conurbano. Con ese objetivo en mente, la estrategia es repasar distrito por distrito por detectar dónde tienen lo que llaman “votos posibles” que puedan conseguirse en octubre.

A nivel intendencias, donde se ven más competitivos es en Pilar, Morón y Tres de Febrero dentro de la Primera Sección Electoral, en Quilmes, Lanús, Magdalena, Lobos y Brandsen en la Tercera, y en las grandes ciudades del interior bonaerense, como Mar del Plata (General Pueyrredón), Pergamino, Bahía Blanca y La Plata. Si Macri logra crecer 10 puntos en el distrito, confían, algunas de esas intendencias se pueden lograr.

El radicalismo tendrá en las elecciones de octubre candidatos a intendente en 67 partidos. En 29 de ellos, el frente Cambiemos se impuso en las PASO, por lo que en el radicalismo esperan poder sumar esa cantidad de intendentes si se repiten los guarismos.

Con resultados similares a los de las PASO, en el 70% de los 135 partidos bonaerenses seguirá gobernando el mismo grupo político, ya sea a través de la reelección del intendente actual como de la elección de un delfín suyo, según un relevamiento de González. Si se tiene en cuenta únicamente el signo político, independientemente de la facción interna a la que responde cada uno, en el 78% de los partidos habrá reelección del partido gobernante. “Y me arriesgaría a decir que, con el corrimiento que va a haber de acá a octubre, eso va a aumentar unos números más”, agrega González.

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