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La alternancia en los municipios es la excepción a la regla

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15 agosto de 2015

(Columa del politólgo Gustavo Damián González)

La máxima en la provincia de Buenos Aires es que siempre “gana el intendente”. Por eso, cualquier triunfo de la oposición en el área municipal es noticia en las tapas de los diarios y celebrada como una excepcionalidad. La “cancha inclinada” juega en cada municipio de la provincia de manera determinante y la reproducción del poder es una regla.

Más allá de la noticia de la “caída” de algunos barones del conurbano, como Raúl Othacehé, Mariano West, Antonio di Sabatino, Luis Acuña y Darío Giustozzi, entre otros, lo cierto es que la alternancia en la provincia se convierte en una excepcionalidad, más que una cotidianeidad de la democracia, y esto se demostró una vez más en las PASO.

De los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires, fueron 95 los intendentes que ganaron las PASO[1] y tienen altas chances de retener el municipio; 9 fueron los casos que perdió el intendente, pero ganó una fracción interna del mismo partido político, y 31 municipios fueron los casos en donde las primarias las ganó un partido político distinto a la del gobierno municipal. Así, en el 70% de los casos, el intendente retuvo el poder territorial.

En las secciones más pobladas, la perdida electoral del intendente se dio en cinco municipios[2] de la 1° Sección Electoral y en sólo uno (Lobos) de la 3° Sección.

Así, se muestra una vez más que, si bien hubo algún corrimiento electoral, uno de los objetivos iniciales que tenían las PASO, que era de democratizar el proceso de selección de candidaturas, tuvo un éxito relativo. El 23% de los municipios en el que los electores seleccionaron a un partido político diferente del oficialismo supone un paso adelante, aunque insuficiente.

El balance de la UCR

Uno de los argumentos de Ernesto Sanz para justificar el acuerdo con el PRO es la cantidad de nuevos intendentes que iba a tener la Unión Cívica Radical con la tracción de Mauricio Macri. En el momento de la negociación de las listas, los protagonistas cívicos utilizaron nuevas formas de proscripción a sus correligionarios del conurbano. Mientras en el 2011 bajaron más de 100 listas y en el 2013 “olvidaron” de presentar 15 listas radicales, en el 2015 utilizaron una nueva manera de semiproscripción, como es la imposibilidad de pegar las boletas locales con las nacionales. Así, algunos candidatos radicales fueron obligados a presentarse con boleta corta (es decir, sin ningún pegado nacional) y, en otros, con el sólo pegado de Ernesto Sanz, lo cual los dejaba fuera del juego competitivo real.

Dicho esto, Cambiemos ganó en 38 municipios y, en 28 de ellos, son candidatos radicales. Si esto se concreta en octubre, la UCR pasaría a tener 17 nuevas intendencias. Así, este acuerdo tendría una relativa ventaja, quizás no la esperada, pero resultaría un avance en una provincia de neto sesgo justicialista. Hasta el momento, mucho mejor no le fue al radicalismo en las provincias, ya que la única que logró ganar fue Mendoza.

Las expectativas de la Convención de Gualeguaychú hoy son menos ambiciosas, y esto trae nuevos conflictos internos, que son silenciados por el proceso electoral, pero que sin dudas se abrirán después de octubre.

[1] Estimamos como triunfo el formato con el cual se presentan, es decir, no tomamos la individualidad, sino el frente que ganó el municipio.

[2] Hurlingham, Luján, Campana, Mercedes y Suipacha.

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