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Venezuela: cara o ceca

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08 julio de 2015

(Columna de Cecilia Escudero)

El Gobierno anunció que el próximo 6 de diciembre se celebrarán las elecciones para renovar el Parlamento unicameral.

Venezuela es lanzar al aire una moneda. ¿Qué cara mostrará, esta vez, la Nación de Simón Bolívar, Francisco de Miranda? o Hugo Chávez? Para muchos, la escena política, cultural y económica venezolana está polarizada. Dos modelos en pugna. Partidarios y detractores. Civiles y militares. Moderados y radicales. Socialistas y liberales. Muchos países de la región son analizados con esta clave. Sin embargo, en esta Nación que es, a la vez, caribeña, atlántica, amazónica y andina, las visiones maniqueas parecen ser más frecuentes. En principio, se observa el duelo entre chavismo y antichavismo. Pero, la lista sigue. ¿Dictadura o democracia? ¿Desabastecimiento o acaparamiento? ¿Inflación o especulación empresaria? ¿Ineptitud y corrupción o guerra económica? ¿Distribución o despilfarro? ¿Presos políticos o golpistas? ¿El Club de Madrid o Club de Amigos de Venezuela?

NINGUNO

Para Andrés Malamud, politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa, está claro que Venezuela no es una dictadura. Aunque ?según añade? tampoco es una democracia. En diálogo con el estadista, explica: “Una democracia combina gobierno de la mayoría con respeto por la minoría: en Venezuela sólo existe la mitad de la ecuación. Constituye un régimen híbrido: hay competencia electoral pero la cancha está inclinada, y la libertad de prensa convive con el cercenamiento de derechos civiles”.

Después de algunas idas y vueltas, el Gobierno anunció que el próximo 6 de diciembre se celebrarán las elecciones para renovar el Parlamento unicameral, hoy con mayoría chavista. Ante la noticia, el dirigente opositor Leopoldo López, que está encarcelado en una prisión militar acusado de golpista, decidió levantar la huelga de hambre que mantenía desde hacía treinta días. Maduro, por su parte, ha dicho que si gana la oposición, habría un retroceso en las conquistas sociales y se podría generar otro Caracazo.

Frente a este escenario enmarañado, Malamud argumenta que el problema de fondo es “prepolítico”. “Lo que está al borde del colapso no es el modelo bolivariano sino la economía venezolana. El régimen puede sobrevivir en la pobreza, como en Corea del Norte o Cuba. El problema es estructural: Venezuela solo produce petróleo, y el rentismo derivado destrozó el tejido productivo y social. El autoritarismo bolivariano es la consecuencia, no la causa”, sentencia.

CONTRASTES DEL MODELO

Desde 2003, y a diferencia de sus predecesores, Chávez distribuyó la renta petrolera vía planes sociales y, en una década, la pobreza, que alcanzaba al 44,9% de la población, cayó a la mitad. Entre 2008 y 2010, la economía creció a un promedio de casi el 10%. En cambio, ante la fuerte caída del precio del crudo, se estima para este año una retracción del PIB del 3,5%, según la Cepal. El Socialismo del Siglo XXI no logró superar la dependencia al petróleo. En la actualidad, la inflación es la más alta del planeta, escasean productos básicos y florece el mercado negro y el contrabando. Sin embargo, el desempleo se mantiene bajo (7%) y la inversión social, alta (62% del presupuesto). ¿Las dos caras de una misma moneda?

“Chávez tuvo que afrontar la herencia de un país muy endeudado socialmente. Sabía que podría pensar en el largo plazo siempre y cuando resolviera las dificultades de lo inmediato. Y así fue. Poco a poco, pudo ir resolviendo temas que acuciaban a la mayoría. Hoy, los retos son otros y las urgencias también”, relata ante el estadista el economista español Alfredo Serrano Mancilla, autor del libro “El pensamiento económico de Hugo Chávez” (Ediciones del CCC). Para el director de Celag, “lo inmediato es afrontar la inflación y los intentos efectivos de provocar una guerra económica, pero esto mismo tiene otra cara en lo estructural, en el gran reto de transformar la matriz productiva”, añade el especialista. Según Serrano Mancilla, “la democratización del consumo creció más rápido que la transformación del sistema productivo”, lo que hubiera conllevado el desafío de “producir más y más eficazmente”. El mercado interno se topa, de esta manera, con las deficiencias de un sistema que ahora busca márgenes de ganancia extraordinarias ya no en el petróleo, que está en manos del Estado, sino vía manipulación de precios o especulación. “Se trata del nuevo rentismo importador del Siglo XXI”, complementa.

La demora en la fijación de una fecha para los comicios legislativos había generado un gran revuelo. Por eso, la OEA y, especialmente, Unasur, mostraron preocupación, más aún, en momentos en que el ex presidente español Felipe González lidera una campaña internacional para denunciar “la catástrofe en Venezuela”.

Para el especialista en relaciones internacionales y docente de la Universidad de San Andrés, Khatchik Der Ghougassian, es comprensible que tanto Unasur como Celac rechacen intervenciones extranjeras en el país. Aunque asegura que, en esta ocasión, se trata de una iniciativa muy diferente a las ocurridas en 2002 en Venezuela, o en 2009 en Honduras, cuando significaron respaldos concretos a golpes de Estados. En este sentido, Der Ghougassian pone en cuestión el propio liderazgo de esos organismos, uno de cuyos grandes artífices fue el propio Chávez. “El esquema de Unasur y Celac no desaparece, están ahí. Pero si estos procesos se estancan pueden terminar, como todo en América del Sur, en un museo de acrónimos. Empieza un proyecto con muchas expectativas y una retórica fenomenal, pero luego decae. Este escenario abre el espacio para este tipo de acciones externas”, sugiere. Por otra parte, Der Ghougassian remarca las diferencias entre la crisis venezolana y los notables avances económicos de Bolivia o Ecuador, los otros dos países de la órbita bolivariana. “Salieron a buscar inversiones”, remarca. Por último, deja abierto el interrogante de cómo quedará posicionada Venezuela frente al deshielo entre Estados Unidos y Cuba, cuyos líderes comunistas fueron fuente de inspiración y legitimación chavista.

La polarización parece ordenar el espectro político venezolano pero nada es tan sencillo en este país de 30 millones de habitantes, que posee las mayores reservas de petróleo del mundo. Hace 16 años, Chávez abrió una puerta y suscitó la atención mundial, incluso hasta hoy. Lo que encontró aún se debate en las calles, en los partidos, en los gobiernos y en el mundo. No tiene límites rígidos, no hay cara o ceca, cambia día a día.

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