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Voto cuota 2015: el momento conservador-popular de CFK

24 abril de 2015

La Presidenta apuesta al mercado como idea-fuerza de su campaña electoral.

El 26 de marzo, la Presidenta lanzó formalmente la campaña electoral, en acto transmitido por cadena nacional desde el Salón de las Mujeres de la Casa de Gobierno, al anunciar un paquete de medidas para reactivar el consumo. El mismo incluyó el “Club de beneficios para usuarios SUBE”, un plan canje de heladeras y nuevos subsidios a las compras. Dos días después del feriado del Día de la Memoria, a 39 años del 24 de marzo del '76, Cristina presentó nuevos patrulleros de la Policía Federal, mostró el diseño del nuevo billete de 100 pesos en homenaje a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, proclamó a Mariano Recalde, a su lado, como su candidato a la jefatura de Gobierno de la CABA y promovió a su ministro-estrella Axel Kicillof como posible candidato a la vicepresidencia de la Nación. Una suma de simbologías para delinear la estrategia de esta campaña presidencial que va completando ocho años de gestión y aspira a proyectarse más allá del límite temporal que marca la finalización de su mandato.

El festival de anuncios y promociones con medidas “tendentes a la reactivación económica”, es consistente con las estimaciones que hablan de un “veranito de consumo” pese a que la economía muestra indicadores de retracción en la actividad. El Programa Su Beneficio, complementario del Ahora 12 ?que permite comprar en 12 cuotas sin interés? habilita a la tarjeta SUBE para obtener descuentos en la compra de bienes y servicios. El Programa A Rodar consiste en una línea de créditos para la compra de taxis nuevos, con subsidios a la tasa de financiamiento. A este se suma el plan canje de heladeras y lavarropas que repite otro implementado en 2009, también en tiempos electorales y promueve la renovación de electrodomésticos con el 25% de descuento.

La otra novedad fue la reformulación del subsidio para garrafas de gas licuado, atendiendo a las necesidades de la población que no cuenta con red de gas. Kicillof lo explicó así: “Vamos a subsidiar a 2,5 millones de hogares, que van a tener el subsidio pero a través de la transferencia directa de recursos. Son tres mil millones de pesos los que se va a destinar en subsidios a necesitados que usan garrafas”. Y Cristina complementó: “Debo reconocer que nunca tuve garrafas, afortunadamente. Y cuando no tenés la vivencia, viste (sic), tenés que vivir con una garrafa para saber lo que es. Por eso, vamos a subsidiar la demanda”, agregó la Presidenta, que al mismo tiempo destacó la venta de celulares como otro indicador de prosperidad económica.

El “modelo de crecimiento con inclusión social” puesto sobre la mesa ?y el bolsillo? de los argentinos. De eso se trata y tiene su lógica. No hace otra cosa que sacar el máximo rédito electoral de lo que pueden considerarse logros indiscutibles de su gestión. Extensión del universo de la población económicamente activa que recibe beneficios sociales bajo la forma de subsidios, planes de ayuda, jubilaciones y pensiones, y de la población empadronada y registrada; un aspecto en el que curiosamente el Estado mejora su información sobre la sociedad al mismo tiempo que le niega a ésta otros datos estadísticos básicos como los niveles de inflación y pobreza. El plan tiene el mérito de sostener el bombeo distributivo mientras sigue cerrado el acceso al financiamiento externo y la venta récord del dólar ahorro permite mantener a raya la brecha cambiaria. Se espera que la economía cuente con un nuevo flujo de dólares por liquidación de exportaciones y haya una mejora del salario real una vez definidas las paritarias. Si a esto se le suma la aceleración del gasto público, la economía se beneficiaría de este “veranito pasajero” en los próximos meses.

Pero la lógica de esta estrategia de fidelización de votantes y liquidación de temporada ?“Sólo Cristina te garantiza las conquistas adquiridas, tu derecho a consumir”? tiene problemas en su consistencia ideológica y temporal?. El acento en el consumo como derecho, la focalización en el ciudadano-consumidor como objeto de políticas públicas, la insistencia en que “ponerle dinero a la gente en el bolsillo” (así fue dicho) es “empoderar” a los sectores populares, hace recordar aquella gran astucia de Carlos Menem en los '90, cuando transformó su promesa de Revolución Productiva en la “economía popular de mercado”, aquella que le permitió a amplios sectores de la población cambiar heladeras, comprar televisores, computadores y equipos de audio, viajar al exterior y gozar de los beneficios de la convertibilidad.

La psicoanalista y politóloga Nora Marlín, discípula de Ernesto Laclau, explica y defiende esta veta consumista del kirchnerismo en clave populista: “En el seno de lo que es un funcionamiento obligado en el sistema capitalista, el consumo, la afirmación de este derecho, implica reconocimiento e inclusión simbólica: todas las personas se inscriben como potencialmente consumidoras, lo contrario se traduce como exclusión antidemocrática” (“Democracia y consumo”, en Tiempo Argentino, 17/4). Es, en definitiva, una invitación a ratificar los logros económicosociales de esta década terminando de agotar sus dividendos, con el agravante de advertir que mejor gastar ahora y pagar después, sobre todo si quienes vienen, vendrán con intenciones ?y necesidades- de ajustar las cuentas. Otra película que ya vimos, aquella en la que el próximo presidente nos anuncie que “la fiesta terminó” y llegue, entonces, la hora de “ajustarnos los cinturones”.

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