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Empezó la campaña

28 marzo de 2015

(Columna de Alejandro Radonjic)

El que asuma tendrá una agenda abultada de reformas que deberá llevar adelante en un escenario, tanto local como externo, complejo.

El 11 de diciembre se levanta el cepo”. La frase de Mauricio Macri, luego matizada por sus exégetas económicos, marcó el comienzo de la campaña y el final de las declaraciones más generalistas y abstractas sobre uno de los temas que más le preocupa a la sociedad: la marcha y las reglas de la economía. Macri, una vez más, marcó agenda, salió a potenciar su fama de buen gestor y apeló a un golpe de confianza (y su correlato económico: una “lluvia de dólares”), en caso de ser electo, para llevar música a los oídos de los votantes. Al ponerle una fecha, el jefe de Gobierno fue más explícito que sus contrincantes.

Al margen del impacto electoral de estas declaraciones, y las que vendrán, son un indicio, cuanto menos, de lo que astán pensando los presidenciables. Macri, claramente, se mostró en favor de una salida tipo shock del cepo, algo que, por ejemplo, no comparten en el Frente Renovador, más propensos al gradualismo.

Pero hay una realidad económica incierta y compleja sobre la cual deberán operar los equipos económicos luego del 10 de diciembre que pueden dejar estas invocaciones en offside y agrieten la luna de miel que tendrán una vez que asuman si, como piensan los mercados, el FpV abandona el timón de la economía, algo que aún está por verse. La transición, todo indica, será más complicada de lo que declaran los presidenciables, como siempre suele pasar (y más por estos pagos, cuando los que se van tienden a dejar un tendal de problemas sin resolver).

El motivo central es que se desconoce cuál será el estado de la economía en diciembre. Probablemente jaloneados por el populismo económico que rinde electoralmente, los presidenciables, y sus equipos, suelen pasar por alto la complejidad intertemporal de la agenda de reformas que se avecina para volver a crecer y un contexto externo que se está tornando, sin prisa pero sin pausa, cada vez más hostil para Argentina.

“El Gobierno que suceda al de Cristina Fernández de Kirchner tendrá que tomar decisiones económicas que no serán sencillas y, si bien faltan pocos meses para que se concrete el cambio presidencial, resulta complicado precisar en qué escenarios local e internacional deberá hacerlo”, escribió recientemente el economista Daniel Heymann en una nota intitulada “Ojo con el 11D”. Por ejemplo, ¿cuál será el nivel de reservas del BCRA? La respuesta depende de cómo administre la autoridad monetaria el grifo de dólares en los próximos meses y cómo decida pagar el Boden 15 (son unos US$ 6.000 millones) en octubre. Las reservas brutas pueden estar cerca de su nivel actual o más cerca de los US$ 20.000 millones, haciendo virtualmente imposible (o convirtiéndolo en una trampa mortal) la apertura del cepo el 11D. “Una eliminación súbita de las restricciones cambiarias, como propuso días atrás el candidato a presidente por el PRO, Mauricio Macri, podría resultar un factor de turbulencias más que de certezas”, explica Heymann.

Un panorama similar se abre para la inflación. Si bien descendió varios escalones en los últimos meses, no se debe descartar que vuelva a las andadas y llegue a diciembre en ascenso. Eso generará, entre otras consecuencias, una huida del peso y un mayor apetito por colocarse en dólares. La gran duda, sin embargo, viene después. ¿Cómo corregir precios relativos sin disparar las expectativas inflacionarias? Devaluar puede restaurar el equilibrio cambiario, pero también echar leña al fuego inflacionario y autodestruir la ganancia cambiaria inicial. Lo mismo que una suba de tarifas para descomprimir el frente fiscal. Corregir los precios relativos (salarios en dólares, tarifas y tipo de cambio) sin disparar las expectativas de inflación no es fácil, y menos con un sindicalismo poderoso y siempre refractario a cualquier cosa que huela a ajuste. Se requerirá de un plan integral e intertemporalmente consistente.

Pero el frente externo, como señala Heymann, quizás más desatendido por la sociedad, también luce plagado de incógnitas y acechanzas. Las principales novedades vienen de los dos grandes del Hemisferio Norte: Brasil y EE.UU. En Brasil, el ajuste cambiario avanza a todo vapor y todo indica que el real cruzó la barrera de los 3/US$ para nunca más volver. Según varios analistas, podría llegar hasta 4/US$. Una muy mala noticia para el país (a la que se suma el hecho de que no crece desde 2011, y que nada indica que volverá a encender motores) y que trae a colación los recuerdos de 1999, cuando Brasil devaluó y dejó mal parada a Argentina, que tenía un tipo de cambio fijo. Hoy, con el dólar cuasi fijo, la situación es peligrosamente similar. Desde más al Norte, pronto llegarán noticias de una suba de tasas por parte de la Reserva Federal, lo que supondrá nuevo bríos para la fortaleza global del dólar y, para su contracara: la caída en el precio de las commodities. Aquí también podría incluirse la disputa judicial abierta en EE.UU. entre el país y los holdouts. Si ese litigio no se subsana con rapidez, será difícil conseguir los dólares que el comercio exterior hoy retacea, financiar la salida del cepo y cortar la emisión monetaria del desequilibrio fiscal, que hoy ronda la friolera de 5 puntos del PBI. Y menos aún reducir las retenciones o reformar el Impuesto a las Ganancias, so pena de infligir un nuevo golpe a una recaudación tributaria que hoy apenas crece a la par de la inflación.

Pero la época de predecir catástrofes (o ajustes devaluatorios) ya pasó, pese a que los motivos para invocarlas están a la orden del día. Ahora, para la oposición, llegó el momento de gobernar y eso no se hace con invocaciones piantavotos (o piantadólares, pues los presidenciables también le hablan a los mercados) pese a lo que diga la teoría de Baglini. Por eso, desde el Frente Renovador, si bien salieron a criticar al PRO por oportunista y “poco serio”, también pecaron en la hoguera de la inmediatez y se pusieron un plazo de “cien días para salir del cepo”. Nadie quiere ser menos que el otro. Se entiende: empezó la campaña.

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