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Una campaña difusa por la Presidencia

24 marzo de 2015

(Columna de Facundo Matos)

Cada candidato busca que el eje de la carrera presidencial sea el que más le conviene en un contexto de demandas de continuidad y de cambio.

Para la mayoría de los analistas, el eje de las próximas elecciones será el de “continuidad y cambio”. Los signos de desgaste de un espacio que lleva doce años en el poder y algunas áreas donde el electorado percibe que la respuesta del Gobierno fue deficitaria impulsan en parte hacia una demanda de cambio, aunque moderada. Al mismo tiempo, se impone la visión generalizada que el Presidente que asuma en diciembre deberá garantizar la continuidad de las políticas kirchneristas que gozan de amplia aprobación popular como piso y construir desde allí para arriba.

“Dos tercios del electorado quiere algún tipo de cambio, pero los que demandan un cambio total no alcanzan al 30%, entonces todos los candidatos tratan de ir hacia el centro o meterse en el terreno de otros”, analiza Hugo Haime, de la consultora homónima. En ese marco se inscribe que Mauricio Macri haya salido a hablar de las banderas del peronismo, que Daniel Scioli intente diferenciarse levemente del Gobierno Nacional y que Sergio Massa reivindique partes del “primer kirchnerismo”. Para Carlos Fara, en tanto, “el hecho de que los tres principales candidatos estén apuntando a representar ese cambio que quiere la mayoría los está llevando a una dinámica de empate comunicacional en el que los tres compiten por expresar lo mismo, por lo que no se logran sacar ninguna diferencia”. Si bien es cierto que en el último tiempo, la merma de votos de FAUnen se vio replicada en un despegue ?aunque por ahora transitorio? de Macri por sobre sus dos principales competidores.

De todos modos, como no está claro cuál ni cuánto es el cambio que demanda la gente ni cuál ni cuánta la continuidad, cada precandidato intenta que el eje de la campaña sea el que más lo representa y por ende, del que se vería más beneficiado. Pese a compartir ?según Haime? la necesidad de convencer a un 40% del electorado que podría votar a cualquiera de los tres, existen diferencias de estilos y de estrategias entre los candidatos.

Por un lado, el electorado del FpV fuerza a sus candidatos a un discurso más anclado en la continuidad. Scioli busca convertirse en un estadío próximo y superior al kirchnerismo. En ese sentido van las expresiones que vierte durante su campaña, como “cuidar los logros para construir el futuro” o “se viene la etapa del desarrollo”. Para Randazzo, en cambio, la continuidad es la mentada “profundización del modelo”. En tanto, Macri se vería beneficiado de un escenario de elevada polarización, dado que hoy aparece como el opositor mejor posicionado y como contracara natural del kirchnerismo. Como contrapartida, un eje más basado en la continuidad que en el cambio beneficiaría al candidato oficialista, o a los candidatos oficialistas en el caso de que haya más de uno en las PASO. Por su parte, Massa transita “la ancha avenida del medio”, intentando mezclar un discurso de cambio en cuestiones como seguridad, inflación e impuestos, pero rodeándose de ex integrantes del primer gobierno kirchnerista. El riesgo está en que se mantenga la creciente polarización, que podría convertir esa “ancha avenida del medio” en un angosto callejón.

“Las clases media y alta tienen un voto más progresista, en términos de pensar más en el progreso. Se mueven en función de expectativas a futuro, mientras que el voto de los sectores populares se orienta mucho en base a la garantía que le dan los candidatos de que van a conservar los logros que obtuvieron. Por eso todas las elecciones en parte se tratan de continuidad y cambio”, señala el titular de la consultora Hugo Haime & Asociados y autor del libro Qué tenemos en la cabeza cuando votamos. En ese sentido, la demanda de garantías de continuidad en torno a las conquistas sociales que ciertos sectores de la población tuvieron durante los gobiernos kirchneristas se vuelven inevitablemente necesarias en el discurso de todos los aspirantes a la Presidencia.

PROPUESTAS SE BUSCAN

Otra de las particularidades de la campaña ?sostiene Fara? es que ya que la mayoría quiere un cambio moderado se hace difícil que los candidatos se saquen diferencias relevantes de votos, dado que tanto sus propuestas como sus potenciales electores y los déficits que deben mostrarse capaces de resolver son en algún modo similares. “Nadie puede sacar diferencia con propuestas obvias como la necesidad de reformar el Indec, reducir el gasto público, poner fin al cepo cambiario o contener la inflación”, apunta. A eso atribuye que se esté hablando poco de medidas concretas durante la campaña y que se estén discutiendo en cambio, temas de segundo orden de prioridad, como la gestión de YPF, Aerolíneas Argentinas y el sistema previsional, “porque ahí los candidatos pueden encontrar más diferencias”.

Analía Del Franco, de la consultora Analogías, señala que “lo que se está discutiendo no son las ideas sino la capacidad para ponerlas en práctica”. “Por eso lo que buscan los candidatos es mostrar gestión, gobernabilidad, equipos expertos”, sostiene. En la misma línea, Fara señala que “la pregunta por la gobernabilidad, por quién es el más capacitado para hacer las correcciones que haya que hacer, va a estar en un contexto en el que se percibe la dificultad de encauzar los problemas económicos que deja el Gobierno”, y Haime reconoce que “la gobernabilidad y la capacidad de gestión y de generar consensos va a ser determinante”.

Sin embargo, Fara advierte también que aunque con el caso Nisman parece haber acelerado el año electoral, “todavía es muy temprano y la gente no está prestando atención a la discusión política, por lo que dar a conocer muchas ideas ahora sería contraproducente”.

EJES TEMATICOS

Según los consultores, la inseguridad, los problemas económicos y la corrupción figuran como las principales preocupaciones de la gente. Pero al menos la inseguridad y la corrupción, pese a estar en agenda y en el discurso de los candidatos presidenciales, han demostrado que comparten un mismo escaso peso a la hora de definir el voto. La población percibe que son temas que tocan a todos los políticos y que ningún político tiene la solución. Más aún, que muchos de ellos son parte del problema. Eso, sumado a la visión de que tanto la inseguridad como la corrupción han ido creciendo en las últimas décadas amén de los cambios de gobierno, vuelven difícil que lo que los consultores señalan como preocupaciones de la sociedad sean a su vez los factores principales que los electores tengan en cuenta a la hora de definir su voto.

Ex post, se ha dicho que Alfonsín representaba los valores democráticos que el electorado demandaba en las elecciones de 1983, que Menem fue percibido como el que sería más capaz de solucionar la situación económica en 1989, que la Alianza representó en 1999 la honestidad frente a la corrupción menemista y que Kirchner era reflejo en 2003 de la continuación del crecimiento iniciado por Duhalde después de la crisis de 2001. En estas elecciones, en cambio, no parecería haber una demanda específica. Apenas el cuadro más general de continuidad y cambio y la capacidad de gestión a los que hacen referencia los analistas. “El de estas elecciones va a ser un voto semiconservador. La gente va a votar al candidato que le dé más certidumbres de futuro, que le dé más confianza en que puede llevar las cosas adelante y muestre más capacidad de gestionar y resolver los problemas que puedan surgir”, señala en ese sentido Hugo Haime. En ese sentido, quienes correrían con ventaja serían Scioli y más específicamente Macri, dado que vienen de ocho años de gestión de dos distritos grandes como la CABA y la provincia de Buenos Aires.

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