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18 marzo de 2015

(Columna de Alejandro Radonjic)

Por la menor tasa de inflación en los últimos meses, los salarios reales podrían crecer a partir del segundo trimestre, ayudando (un poco) a las pretensiones de quienes aspiren a competir en nombre del oficialismo.

Si hay una variable que los oficialismos cuidan con celoso esmero en los años electorales es la del consumo, y el kirchnerismo está lejos, muy, de ser la excepción en esta materia. Es que si hay que elegir una sola variable económica para predecir el destino del voto ésa es la del consumo privado. Por eso, todas las fichas de la política económica suelen estar centradas en aumentar el ingreso disponible de los agentes. Para ello, el Gobierno dispone de varias estrategias.

En primer lugar, del tipo de cambio cuasi fijo, lo que opera como una ancla antiinflacionaria, al igual que las tarifas congeladas y la misma inercia recesiva. El BCRA sigue con su política de minidevaluaciones y eso se refleja en una caída de la inflación. Los aumentos de 4/5% en el primer bimestre de 2014 mutaron a aumentos de 1/2% en igual período de este año. Este año habrá mucho menos inflación que en 2014, y más en línea con los números de 2013, o incluso por debajo de esa marca. La inflación anual, como se debe medir, pasó en los últimos meses de más de 35% a menos de 30%. Y se viene el segundo trimestre, en el que la inflación suele ser estacionalmente más baja, aunque en marzo podría subir un poco impulsada por el rubro educación. El frente inflacionario está más calmo y eso frena el deterioro del salario real y abre las perspectivas a una suba del mismo luego de las paritarias. “El poder adquisitivo de los hogares podría recomponerse, al menos parcialmente, de continuar la actual moderación de precios. En este sentido, atraso cambiario, congelamiento de tarifas y negociaciones salariales acordes, son la clave de la estrategia oficial”, opinan desde Management & Fit.

Otra estrategia del Gobierno es ser más laxo en su control sobre las paritarias. Es de manual: es su último año en el poder y eso elimina las ataduras para ser más restrictivo en las subas salariales. Los gobiernos son recordados, quizás injustamente, por cómo se van y eso lo saben en Balcarce 50. El dato más saliente en este aspecto es la ausencia de invocaciones a la mesura de los sindicatos, como las que se habí- an visto en 2013 y 2014. Eso explica, en parte, la baja conflictividad socio-laboral para esta altura del año, a lo que también contribuye la diáspora sindical. Los sindicatos, además, saben que la economía está en recesión y eso modera sus reclamos.

En el sector público también pesan los gobernadores y el empleo público provincial que, se sabe, no tiene un volumen trivial. Los gobernadores quieren evitar la conflictividad, sobre todo los que pretenden dar el salto nacional. Por ello se los vio actuando con más celeridad, y generosidad, que de costumbre ante los reclamos sindicales. “Todos los años circula 'el' número que quiere el Gobierno, y gremios y empresas debaten alrededor de esa cifra. Este año no demarcan techos. Y nadie en el Ejecutivo levantó la voz cuando las provincias comenzaron a cerrar paritarias por 30% o más, poniendo un piso alto a la propia Nación y a los privados”, se- ñala el periodista económico Marcelo Cantón. “Los salarios públicos crecerán cerca del 35%”, proyecta Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, quien agrega que el empleo público está creciendo al 4-5% anual, y lo seguirá haciendo. “Los salarios reales se recuperarán, sobre todo en el segundo trimestre, y eso aumentará el consumo, especialmente de bienes no durables”, acota. Según el Indice de Salarios del Indec, los salarios del sector público crecieron nada menos que 2,53% en enero, lejos de la suba de 1,21% que obtuvo el sector privado registrado. Al mismo tiempo, el gasto social crecerá por encima de la inflación. Los jubilados ya consiguieron un aumento del 17%, pagadero a partir de marzo, que muy probablemente se replique en septiembre. La propensión a consumir de los jubilados es muy alta y eso también le dará un tirón al consumo. Se espera, ahora, una nueva suba de las asignaciones, incluyendo la AUH, y del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM), actualmente en $4.716 mensuales y, para más adelante en la campaña, una suba del Mínimo No Imponible (MNI) del Impuesto a las Ganancias (o una reforma más de fondo para uno de los tributos más polémicos de los últimos años), esperada por los sectores que perciben salarios superiores a $15.000 mensuales. La política fiscal y monetaria también serán expansivas en 2015: plata en la calle va a haber. Para los privados, en tanto, la suba salarial se acercará al 28/30%, algo por encima de la inflación. Si bien el empleo total no crecerá (y eso limita el crecimiento de la masa salarial), el salario real podría crecer en 2015 (para algunos más que otros), y lo haría justo antes de las PASO de agosto. Si bien apenas alcanzará, si es que lo hace, para recuperar el terreno perdido en 2014, cuando la inflación fue por el ascensor y los salarios por la escalera, la suba del salario real constituye un buen dato para quienes aspiran a competir en nombre del Gobierno en agosto y octubre.

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