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Cuba + Internet = ¿Democracia?

04 marzo de 2015

(Columna de Matías F. Bianchi, Doctor en Ciencia Política y director del think tank Asuntos del Sur. Twitter: @matiasfbianchi)

Una parte medular de las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba es Internet. ¿Ayudará a la democratización?

El pasado 17 diciembre, Barack Obama y Raúl Castro hicieron pública simultáneamente la normalización de las relaciones diplomáticas. Estados Unidos se ha propuesto superar una mirada obtusa que llevaba más de medio siglo y reconociendo el fracaso del embargo que buscó la salida del régimen castrista mediante el ahogo, la nueva política del Gigante del Norte ahora se basa en el engagement (compromiso sería la traducción literal). Esta estrategia busca ayudar a abrir las puertas del régimen para que los cubanos puedan ver y experimentar los “beneficios del mundo libre y capitalista”. Nodal a esta estrategia es Internet porque se entiende que al permitir un acceso libre a información sin intermediarios, crea nuevas y rentables oportunidades económicas a la vez que brinda voz a nuevos actores a un costo casi nulo.

Es por ello que @oppenheimera, quien opera casi como vocero de la posición anticastrista en Estados unidos, insistió recientemente en que “Washington debería enfocarse en Internet”. No casualmente Internet estuvo presente en la primera ronda de negociaciones del pasado 21 y 22 de enero, cuando se puso sobre la mesa el permiso a empresas norteamericanas a operar en la isla. La misma Roberta Jacobson, encargada de liderar el diálogo por parte de los Estados unidos, afirmó que internet es “una parte crítica de nuestra estrategia”.

Internet en Cuba

Es cierto que el acceso y uso de Internet tendrá un gran impacto en Cuba. El poder disruptivo de las llamadas tres revoluciones (Internet, telefonía móvil y las redes sociales) en nuestra vida cotidiana es tan grande que sólo percibimos aspectos cuantitativos de la misma ?cantidad de información, consumo, comunicación? , pero recién estamos empezando a entender aspectos más profundos en cómo impacta en la forma en cómo nos organizamos como sociedad.

Como sabemos, la isla está muy atrasada en el ingreso de las tecnologías de la comunicación. Los teléfonos celulares recién fueron permitidos en el 2008 y hoy tienen, por lejos, la menor tasa de penetración en América Latina. Internet, hasta 2013, se accedía sólo vía satélite, lo que hacía que el acceso sea uno de los más caros del mundo y que sólo el 5% de los hogares cuente con conexión a Internet. La mayoría ? la penetración está calculada sólo en 25% de la población? lo hace en ciber cafés, salas de navegación y hoteles, que aun con el reciente descuento del 50% sigue costando US$ 3 por hora. Ni hablar de la calidad de la conexión, que es un quinto de la media mundial, haciendo una llamada de Skype o un video de Youtube imposibles de realizar o ver. Las causas de este aislamiento son, como todo debate sobre Cuba, polarizadas, algunos argumentan que la culpa la tiene la Ley Torricelli (1992) mientras que otros sostienen que es una excusa del régimen para aislarse. Lo cierto es que aún los más críticos aceptan que en la isla no se detectan casos de censura como en Irán, China o Corea del Norte.

La cuestión es que el impacto disruptivo de Internet en los hogares, en los celulares y el uso masivo de las redes sociales, todavía está por verse en Cuba. Predecir cómo los cubanos procesarán el acceso a toda la información disponible, qué oportunidades económicas se abren y, en el caso que nos interesa aquí, cómo impactará en la política de la isla, son aspectos sobre los que por ahora sólo podemos hacer un ejercicio especulativo.

¿Internet=democracia?

Desde mi punto de vista, discuto la mirada dominante de que Internet automáticamente llevará hacia una democracia liberal y capitalista. La considero ideologizada y basada en un determinismo tecnológico que puede llevar a conclusiones apresuradas. Intentaré brindar algunos elementos al respecto basándome en dos cuestiones:

El primer punto es el determinismo tecnológico del poder de Internet para construir democracias liberales. Esta postura estuvo especialmente de moda durante la Primavera Arabe, cuandose sostuvo el éxito de la “revolución Facebook” frente al autócrata Hosni Mubarak. Es así como se leyeron muchas plumas que sostienen que el régimen cubano no cayó en esa ola “democratizante” simplemente porque los cubanos carecían de acceso a Internet. Por lo cual, cuando se tenga mayor acceso a Internet, la caída de los hermanos Castro sería inevitable. Ya la primavera Arabe nos mostró que las redes sociales hacen olas, pero sin movimientos estructurados y con capacidad de acción territorial en escala, es muy difícil que procuren cambios sustantivos. Recomiendo la lectura del reciente artículo de @nathanairplane quien explica cómo en Egipto, cuando efectivamente se llamó a elecciones, los que ganaron fueron los Hermanos Musulmanes quienes llevan décadas de organización y acción conjunta. Y la historia fue de mal a peor ya que luego éstos fueron derribados por un golpe perpetrado por los militares, quienes demostraron tener un control férreo de áreas estratégicas del país. Es decir, la democracia no responde a un click. Más cercano es el caso del movimiento #YoSoy132 que luego de hacer mucho ruido en Twitter, no impidió que Enrique Peña Nieto moviera la maquinaria del PRI y con el apoyo de Televisa sea elegido presidente de México en 2012. Sobre estas experiencias toman nota los de Podemos en España, quienes están invirtiendo mucha energía en la construcción política offline. En el caso de Cuba, hay que tener en cuenta que el régimen castrista ha sobrevivido al embargo de la principal economía del mundo que se encuentra a 150 kilómetros de distancia, se mantuvieron durante la Guerra Fría, resistieron intentos de golpe, no cayeron en la ola de democratización de América Latina de los '80 y, sobre todo, pudieron sostenerse tras la caída de la Unión Soviética, que impactó de manera brutal en la isla contrayendo su economía a la mitad y a sus exportaciones en 95%. Los opositores argumentan que se debe al control férreo y autoritario del régimen, mientras que los defensores se apoyan en las conquistas de la revolución y la legitimidad del liderazgo de los hermanos. Tengan unos u otros la razón, o un poco cada uno, lo cierto es que en la isla no hay grupos con la capacidad de movilización como existen en otros países que puedan hacer uso político de las nuevas tecnologías. Los referentes opositores tienen más conexiones internacionales ? muy concentradas en los Estados Unidos ?, que estructuras locales con capacidad de acción.

Pluralidad de voces

Con mayor y mejor Internet, sin lugar a dudas habrá más información desde y hacia la isla, lo cual tendrá importantes repercusiones. En la arena internacional, se escucharán más voces cubanas contando sus experiencias concretas, algo que nutrirá al debate sobre Cuba, el régimen y la democracia. Una mirada posible es que se multipliquen las Yoani Sanchez, las Damas de Blanco y otros referentes, actualmente acorralados por el régimen pero que en un contexto de mayor libertad podrán movilizar voluntades. Nuevamente, esta postura parte del supuesto de que es una dictadura que solo se sostiene en base al control social. Otra mirada es que quizás podamos encontrar una mayor cantidad de voces, más matizadas, como a artistas independientes, estudiantes, periodistas, que aún con inquietudes y deseo de cambios no tienen una mirada ideologizada y radicalizada.

Los actuales opositores son muy populares en los Estados Unidos, especialmente en la comunidad de cubanos exiliados, pero carecen de conexiones diversificadas en otros países, especialmente en los países vecinos de América Latina. No queda claro si prevalecerán los actuales referentes o se licuarán dentro de otros que surjan.

Por otro lado, y yo creo que es un factor fundamental, es la información que llegará a la isla. El supuesto de los Estados Unidos es que los cubanos podrán ver que otras sociedades tienen acceso de manera cotidiana a bienes materiales que a ellos les son prohibitivos. Verán que hay lugares con mayor libertad de expresión y de acción política que en la isla. Podrán experimentar más claramente que no es normal tener los mismos dirigentes por más de medio siglo y esto podría empujarlos a organizarse y reclar un cambio político en la isla.

Esto esconde que los cubanos también podrán compartir experiencias y ver con sus vecinos caribeños y centroamericanos que tienen los índices de desigualdad más altos del mundo, donde el narcotráfico se está apoderando de su día a día y que se tienen los niveles de asesinatos más altos del mundo, aún mayores que países en guerra. También podrán ver que tienen el cuarto Índice de Desarrollo Humano (IDH) en la región, y que la mortalidad infantil en la población negra de los Estados Unidos es tres veces más alta que la de Cuba. También podrán ver que en el resto del mundo no predomina una mirada tan radicalizada de la isla, y que los líderes de la revolución siguen inspirando a juventudes en distintas latitudes. Y eso ya no será mediatizado por la estructura propagandística del régimen, ni podrán leerlo sólo en las portadas del Granma u otros medios oficialistas.

Entonces, ¿qué impacto político tendrá toda esta exposición a Internet? Hay que prestar también atención a los cambios económicos estructurales y a la inevitable finitud de la vida de líderes de la revolución del 1959. Pero, insisto, es difícil predecir cómo una sociedad se apropia de una tecnología y la utiliza. Habrán cambios profundos sin lugar a dudas, y muy probablemente serán democratizantes, incluyendo nuevas voces y actores, pero no necesariamente el tipo de democracia que algunos se plantean.

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