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Hay que equilibrar la cancha el día de la elección

07 mayo de 2014

(Columna de María Page, coordinadora del Programa de Instituciones Políticas de CIPPEC)

Los partidos ya no son lo que eran. Los supuestos sobre los que funcionaban el sistema de boletas y el control partidario de la votación ya no existen.

En las elecciones nacionales, la provisión de la oferta electoral y el control de lo que ocurre en las mesas de votación el día de la elección es responsabilidad de los partidos. Ellos diseñan, imprimen, distribuyen y custodian las boletas el día de la elección. Si un partido no puede distribuir sus boletas o no puede reponerlas si se producen faltantes, sus candidatos no estarán disponibles para que los voten y los electores no encontrarán la oferta electoral completa en el cuarto oscuro. Los fiscales cuidan las boletas y los votos de sus respectivos partidos y, al hacerlo, se controlan mutuamente. Ese control garantiza la integridad de la elección en cada mesa votación.

Ambas cuestiones ?la provisión de las boletas y el control de las mesas electorales? hacen de la presencia de fiscales una pieza fundamental para la equidad, la transparencia y la integridad del acto electoral. Tanto el sistema de boletas por partido como el control partidario del acto electoral funcionaron correctamente mientras dos partidos mayoritarios con presencia territorial muy similar dominaban el sistema de partidos.

Pero ahora, en el marco de una oferta electoral extremadamente fragmentada y de unos partidos muy debilitados, ambos mecanismos se han vuelto ineficientes y generan una profunda inequidad el día de la elección. Un relevamiento realizado por CIPPEC en el conurbano bonaerense el día de los comicios generales de octubre de 2013 muestra que sólo el Frente Renovador y el Frente para la Victoria lograron tener fiscales en la gran mayoría de las mesas de votación (89% y 88%, respectivamente). El resto de las alianzas que participaron tuvieron una presencia muy parcial: ninguna logró cubrir más del 50% de los centros de votación ni más que el 25% de las mesas.

El mismo estudio sugiere que la posibilidad de movilizar empleados públicos es un recurso importante a la hora de garantizar presencia territorial el día de la elección. Esto da una ventaja a los oficialismos de cualquier nivel de gobierno.

En este contexto, hay una agenda de reformas que sería preciso encarar con urgencia para garantizar la ecuanimidad del acto electoral. La buena noticia es que se trata de reformas relativamente simples y posibles, puesto que algunas de nuestras provincias y muchos países de nuestra región y del mundo las han implementado.

Es necesario adoptar la boleta única. Las grandes asimetrías en la presencia territorial que hoy pueden tener los partidos ha hecho que el sistema de votación de boletas por partido se vuelva ineficaz e inequitativo. Es ineficaz porque ya no sirve para garantizarle al votante la presencia de la oferta electoral completa. Es inequitativo porque no todos los partidos pueden asegurarse de que sus boletas estarán disponibles durante toda la jornada electoral. Frente a este escenario el Estado debe asumir la responsabilidad de garantizar la provisión de la oferta electoral completa, tal como ocurre en la inmensa mayoría de las democracias del mundo. Adoptar el sistema de votación por boleta única, tal como ya hicieron Santa Fe y Córdoba, permitiría garantizar la presencia de la oferta electoral en todas las mesas de votación y alivianaría el esfuerzo de fiscalización.

Es importante, también, fortalecer el control no partidario de los comicios. En las elecciones de 2013 la presencia del FpV y FR en la gran mayoría de los lugares de votación garantizó el control cruzado. ¿Pero qué ocurriría en unas elecciones en las que todas las expresiones del peronismo integraran una sola alianza electoral? Las profundas diferencias en la capacidad de fiscalización que existen entre partidos hacen imperativo fortalecer los controles no partidarios de los comicios. Las autoridades de mesa constituyen el único control no partidario en los lugares de votación. En nuestro país, la Justicia Electoral designa un presidente y un suplente en cada mesa para que la administren procurando preservar los derechos de los electores y garantizar la imparcialidad, la transparencia y la integridad de la elección. En otros países de América Latina, en cambio, las mesas electorales están compuesta por varias autoridades y la votación no puede comenzar sin la presencia de un número mínimo de sus integrantes. Siguiendo estos modelos, para fortalecer el control no partidario de los comicios podría evaluarse la factibilidad de incrementar la cantidad de autoridades de mesa.

También la falta de capacitación es un problema para atender. Si las autoridades de mesa no saben cuáles son sus responsabilidad y funciones, qué hacer en caso de dudas, o se ven desbordadas por los fiscales, la calidad y la integridad pueden verse afectadas. En este aspecto tenemos mucho para mejorar: en las elecciones de octubre 2013, sólo 1 de cada 2 autoridades de mesa se había capacitado.

Los partidos ya no son lo que eran. Los supuestos sobre los que funcionaban tanto el sistema de boletas por partido como el control partidario de la votación ya no existen. Mantener esos mecanismos a pesar de los cambios que ha experimentado nuestro sistema de partidos es ineficaz y profundamente inequitativo. Es, por ello, necesario que el Estado intervenga para equilibrar la cancha.

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