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La provincia de Buenos Aires: ¿Capital nacional del peronismo?

26 marzo de 2014

(Columna de María Esperanza Casullo y Santiago A. Rodríguez)

Hay una creciente aceptación por parte de los votantes de que el PJ dirima sus internas en la elección general, lo que tiene como consecuencia una peronización de la principal provincia del país

El municipio bonaerense de La Matanza es conocido popularmente como “La capital nacional del peronismo”. Pues bien, quizás es tiempo de rever ese título y nombrar a toda la provincia de Buenos Aires como “capital nacional del peronismo”.

Es cierto que la PBA fue siempre un bastión del partido peronista, sobre todo los partidos del conurbano metropolitano. Sin embargo, no hay que olvidar que las ciudades del interior eran igualmente un bastión del partido radical. Tanto es así que de allí salió su último gran líder, Raúl Alfonsín. Por un siglo, la provincia de Buenos Aires fue, a la vez, un bastión peronista y radical; sin embargo, esta situación parece estar cambiando de manera irreversible.

En los últimos años, este bipartidismo de la provincia de Buenos Aires se ha visto severamente resentido. Y no por una multiplicación de partidos políticos (aunque, es cierto, en las elecciones hoy hay muchas más boletas partidarias en competencia que ayer). Más bien, el proceso nos habla de una creciente aceptación de la dinámica interna del peronismo entre los electores, que naturalizan que el peronismo dirima sus internas en la elección general, teniendo como consecuencia una peronización de la provincia de Buenos Aires.

Las cifras son contundentes. En 1983, el mapa electoral de la provincia de Buenos Aires arrojaba un sólido bipartidismo: Raúl Alfonsín obtuvo el 51% de los votos a presidente e Italo Luder el 41%, mientras que la tercera fuerza sólo llegó al 3%. A partir de la crisis de las identidades partidarias nacida en el 2001, tanto el Partido Justicialista como la Unión Cívica Radical vivieron un proceso de fragmentación por el cual diversos dirigentes decidieron competir utilizando nuevas etiquetas partidarias. Lo interesante es cuán diferente fue el impacto de este proceso de fragmentación partidaria sobre el atractivo electoral de una y otra identidad política. Esta fragmentación parece ser deletérea para el radicalismo y paradójicamente positiva para el peronismo.

Presentaremos ahora algunos datos de las elecciones presidenciales de 2007 y 2011 y de la elección a diputados nacionales de 2013 en la PBA (*). Hemos marcado aquellos partidos de la PBA donde las opciones identitarias peronistas combinadas sacaron más del 65% de los votos. Definimos como “opciones identitarias peronistas” a todas las fórmulas electorales en disputa cuyos candidatos provienen del justicialismo, se autodefinen como peronistas y hacen algún uso de la simbología, discurso e historia peronista. Por lo tanto incluimos en esta categoría tanto al FPV como a las etiquetas partidarias de Alberto Rodríguez Saá, Francisco de Narváez, Eduardo Duhalde y Gerónimo Venegas y también hemos incluido aquí al Frente Renovador de Sergio Massa, que disputa dirigentes con el FPV.

Inversamente, definimos como identidad política no peronista a todos los partidos cuyos dirigentes provienen de desgajamientos de la UCR y que utilizan simbología y discurso liberalrepublicano: entre ellos, la UCR, la Coalición Cívica, el GEN y las combinatorias más recientes. Hay que notar que incluimos como “identidad radical” a la fórmula presidencial de la alianza UNA en 2007 formada por Roberto Lavagna y Gerardo Morales. Si bien Roberto Lavagna proviene del peronismo, su incorporación se dio como un extrapartidario.

Tomaremos dos indicadores: en cuántos partidos de la provincia de Buenos Aires la suma de todas las opciones electorales neo-peronistas lograron más del 65% de los votos y en cuántos la suma de las opciones electorales neoradicales superó el 30% de los votos. En el año 2007, el peronismo “extenso”, y aún con un radical como candidato a vicepresidente, obtuvo más del 65% de los votos en sólo siete partidos de un total de 134 (Figura 1).

Figura 1

A su vez, la identidad radical ampliada obtuvo el 30% o más de los votos en 130 partidos. Sin embargo, en el año 2011 el peronismo pasó a sacar más del 65% en un total de 79 municipios sobre un total de 135 (Figura 2).

Figura 2

Y en el 2013, el peronismo combinado sacó más del 65% en 130 de 135 municipios de la provincia. Los mapas son elocuentes (Figura 3).

Figura 3

Conversamente, si miramos en cuántos municipios la identidad política históricamente te asociada el radicalismo (partido radical más aliados) logró un porcentaje de votos igual o superior al 30% veremos que estos pasaron de ser 81 en 2011 (FAP+UDESO+CC) a solamente 12 (FPCyS) en 2013.

MAS PREGUNTAS QUE CONCLUSIONES

Puede reprocharse que la metodología de análisis sea engañosa ya que no da cuenta de que las opciones “peronistas antikirchneristas” (De Narváez en 2009, Duhalde y Rodríguez Saá en 2011, Massa, De Narváez y Venegas en 2013) seguramente captaron una parte importante de sus votos entre votantes no peronistas. Eso es cierto. Sin embargo, aquí está justamente el dato que nos obliga a pensar: una parte importante de los votantes provenientes del no peronismo (o más aún, antiperonismo) ha optado por opciones políticas que se presentan como peronistas o cuasi peronistas en discurso y simbología.

Evidentemente, una parte importante de los votantes de la PBA entiende que el peronismo se ha convertido en la mejor opción para ser oficialista y, también, para ser opositor. El precio que han decidido pagar los votantes para expresar su oposición al Gobierno ha debilitado severamente a la oposición no peronista, que pierde así atributos para librar “la madre de todas las batallas”, la lucha por el poder electoral en la PBA. Esta situación dejó vía libre para que intendentes, armados de votos, usen la provincia como trampolín nacional.

Una pregunta es qué puede hacer la oposición no peronista para mejorar su atractivo, dado que hasta ahora ninguna estrategia ha sido exitosa: la fragmentación no resultó, la incorporación de extrapartidarios peronistas y el armado de un frente en el 2013, tampoco. Así, queda la pregunta de si el clivaje principal de la PBA dejó de ser peronismo/antiperonismo para pasar a ser kirchnerismo/antikirchnerismo, expresado como un clivaje al interior de una (nueva) identidad peronista más amplia. Tal vez esta situación cambie en 2015, si se produce un cambio de gobierno, o tal vez la provincia de Buenos Aires continúe siendo de aquí en adelante la “capital nacional del peronismo”.

(*) Utilizamos datos del 2013 por ser la elección más reciente, y sólo utilizamos elecciones nacionales por una cuestión de mayor simplificación de la competencia. Los mapas son elaboración propia a partir de de los escrutinios definitivos 2007 y los provisorios 2011 y 2013 disponibles en http://www.elecciones.gov.ar.

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