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El voto del "quinto distrito"

23 marzo de 2011

Las fórmulas inscriptas que no obtengan el 1,5% en las PASO previstas para el 14 de agosto, quedarán descartadas de la general

Bajo el rótulo de “otros” o, menos simpático aún, “misceláneos”, el análisis de los resultados electorales desde 1983 agrupa a las listas que en las elecciones nacionales no llegaron al 2% de los votos positivos. Su existencia la debemos fundamentalmente a la flexibilidad de nuestro sistema electoral, que al no exigir demasiados requisitos para la inscripción de partidos políticos, admite que candidatos sin suficientes capacidades u oportunidades de representación compitan con los más establecidos.

Esto está a punto de cambiar con la nueva legislación de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso), que introduce un piso para la participación en las elecciones presidenciales: de acuerdo a la ley sancionada, las fórmulas inscriptas que no obtengan el 1,5% en las Paso previstas para el 14 de agosto, quedarán descartadas de la general. Eso significa que el botín de los “otros” se repartirá entre las opciones más grandes.

El voto de los otros en las presidenciales de 2007 superó los 7 puntos y, en el promedio del período democrático, es de 5,4%. Algo así como el quinto distrito electoral del país, después Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y la Capital

Federal. En las 6 elecciones presidenciales que se realizaron entre 1983 y 2007, podemos distinguir tres etapas.

En los años ochenta, cuando aún estaba vigente el sistema del Colegio Electoral, nutrían ese conjunto los partidos provinciales conservadores (Demócrata de Mendoza, Movimiento Popular Neuquino, Renovador de Salta, Fuerza Republicana de Tucumán, Pacto Autonomista Liberal de Corrientes, etcétera) que competían con sus propias

listas de electores.

En los años noventa, tras la reforma constitucional que eliminó el Colegio Electoral, los

partidos provinciales se sumaron a las grandes opciones nacionales y el fenómeno de los “otros” se redujo levemente. La tercera etapa fue la primera década de los 2000, en la que, crisis y fragmentación partidaria mediante, la incidencia de los partidos chicos y antisistema aumentó.

Desde el punto de vista ideológico, los “otros” siempre plantean contenidos fuertemente críticos de los partidos grandes. Por un lado, están los que llegan a la política con una visión crítica y antisistémica de la realidad. Una constante de este conjunto ha sido la miríada de pequeños partidos de izquierda (neo)marxistas, que sólo perforó el umbral en las elecciones de 1989, cuando Vicente - Zamora lograron

el 2,4%.

En los otros años, los apellidos de Altamira, Zamora, Echegaray y Walsh se repetían

elección tras elección. Otros habitués de la lista, provenientes de otra izquierda pero competidores por los mismos votantes, fueron Solanas, Estévez Boero y los humanistas. Cada año hay uno o dos pequeños partidos nacionalistas con militares como candidatos: el Modin de Aldo Rico fue el que más lejos llegó, con 1,6%

en las presidenciales de 1995.

El voto de los “otros”: porcentajes de votos obtenidos y partidos que no llegaron al 2% de los votos positivos

Año Votos/(%) Partidos/Fórmulas

2007 7,2 10

2003 6,4 12

1999 3,1 7

1995 3,7 11

1989 6,1 12

1983 5,8 16

Fuente: elaboración propia en base a datos del Atlas Electoral de Andy Tow

Por otro lado, están también aquellos que se vuelven fuertemente críticos, como consecuencia de su posición marginal en la oferta, lo que los libera de responsabilidad en el discurso y, a su vez, los incentiva a decir cosas más altisonantes para captar la atención de los votantes.

Desde Corzo Gómez en 1989 hasta Sobisch en 2007, siempre hay algún candidato que

termina apelando a las grandes promesas y al votante que quiere votar “none of the above”. En ese sentido, aunque provengan de historias diferentes, los “otros”, sean de izquierda, carapintadas, regionalistas o outsiders, terminaron pareciéndose en su posición contraria a los partidos del sistema.

En las elecciones de octubre de este año, este quinto distrito habrá desaparecido. Sus

votantes frecuentes enfrentan dos opciones: no votar, lo que favorece al conjunto de los partidos “del sistema” que verán cómo su porcentaje de votos aumenta a pesar de mantener constante su cantidad de votos, o revisar las opciones que les ofrece “el sistema” y hacerlo por el mal menor.

Imaginando el segundo caso, hagamos algunas especulaciones. La primera es que, salvo en el caso del MID de 1983, López Murphy en 2007 y alguno de los partidos provinciales que participaron del Colegio Electoral, en este segmento escasean los votos y candidatos de la familia panradical. Contrariamente, el peronismo en sus diferentes versiones ha sido el que mejor ha capturado a estos sectores provenientes

de la izquierda, el regionalismo y el nacionalismo. El kirchnerismo, de hecho, trabajó

con todos ellos.

Pero también hay que destacar que uno de los precandidatos presidenciales actuales proviene de ese distrito de los pequeños partidos antisistema: Pino Solanas, quien está decidido a competir por izquierda con el oficialismo y el resto de las fuerzas. En ese sentido, podemos decir que las Paso tendrán como consecuencia una reducción de la cantidad de fórmulas presidenciales que competirán este año, con respecto a los anteriores, y que el kirchnerismo en alguna medida saldrá favorecido, sea por los efectos de la abstención de los críticos o por la captura de muchos de esos votantes, más afines al peronismo que a la tradición panradical.

Pero también saldrá favorecido Proyecto Sur o la alianza progresista opositora, que hoy interpreta mejor que otras opciones “establecidas” el comportamiento de aquellos votantes regulares de los pequeños partidos antisistema, particularmente los de la paleoizquierda. Solanas siempre se muestra como un gran crítico de la reforma

electoral pero, en realidad, tiene motivos para festejarla.

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