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El experimento de Massa

05 julio de 2013

Ubicado en el centro, el intendente hoy recauda votos de todos los sectores

Sin dudas, uno de los aspectos más interesantes del cierre de listas para las PASO de agosto es el lanzamiento de la lista del Frente Renovador (FR) bonaerense, liderada por el intendente, Sergio Massa, seguido por otro intendente (Darío Giustozzi), y que enfrentará a otro joven intendente con buena imagen, Martín Insaurralde. Es el ascenso del nuevo poder municipal, uno de los núcleos duros de la política kirchnerista. La provincia de Buenos Aires sigue siendo la madre de todas las batallas, y en esta oportunidad alberga un experimento difícil de explicar: el FR dice que no es ni oficialista ni opositor, y está integrado por prooficialistas como Giustozzi e Ignacio De Mendiguren, y también por proopositores como Soledad Martínez y Adrián Pérez. Las clasificaciones incomodan: ya no está claro si Martínez y Pérez son dos opositores en la lista de Massa, o dos dirigentes sin partido capturados por el massismo.

Con esta oferta, la provincia de Buenos Aires en 2013 nos recuerda a la de Misiones, donde también existe un Frente Renovador, de base local, integrado por kirchneristas y no tanto, que gobierna la provincia con perfil de gestión, ganando a un Frente para la Victoria que sale segundo en las elecciones, a un peronismo antikirchnerista ?liderado por el ex gobernador y empresario Ramón Puerta?, y un radicalismo que puede ser la sorpresa del 2013.

Y no es necesario viajar tan lejos para hacer comparaciones y analogías con el Frente Renovador. El peronismo presentó más de una oferta en todas las elecciones que tuvieron lugar en el territorio bonaerense desde 2003. Las más de las veces, hubo vasos comunicantes poselectorales entre los legisladores de los varios lemas peronistas. Para un oficialista peronista, no hay nada mejor que otro opositor peronista.

Massa tiene una historia previa con en la UCeDé y el duhaldismo, pero su vida política sustancial fue hecha al compás del kirchnerismo. Con los Kirchner completó su gestión en ANSES, fue jefe de Gabinete, intendente de Tigre y diputado testimonial en la lista liderada por Kirchner y Scioli que perdió en 2009. Y nunca rompió con el período político que lo vio crecer. Su proyecto es la sucesión, no la oposición. ¿Oposición? Se trata de una categoría en suspenso.

El experimento de Massa es posible, precisamente, porque la dicotomía Gobierno-oposición hoy está deslegitimada por una buena parte de la sociedad. Los descreídos del Gobierno ya no se fijan en lo que está enfrente. Y eso es una consecuencia del pobre desempeño opositor durante la década kirchnerista. Las encuestas y los cacerolazos antikirchneristas muestran que el votante contrario al Gobierno tiene una opinión igual de mala, o aún peor, de los partidos opositores. Por esa razón, los dirigentes del radicalismo o el peronismo antikirchnerista que se han lanzado a criticar al Frente Renovador por ser funcional al oficialismo carecen de eficacia. La sociedad no tiene oídos para ese mensaje.

La incertidumbre del experimento de Massa es su sostenimiento en los meses por venir. Sigue el modelo de un gran comunicador político, como es Daniel Scioli. Que domina con maestría el arte del equilibrio y la agregación política. Pero lo de Scioli no es para cualquiera. La fortaleza de Massa está en que rompe el metarrelato del país dividido y, ubicado en el centro, hoy recauda votos de todos los sectores. Pero esos sectores, en una primera etapa, intentarán llevárselo para sus respectivos molinos. En popa o en proa, Massa pierde votantes, y ya no representa un cambio de paradigma. Massa hoy está, y para ganar tiene que seguir estando, más allá de la guerra Gobierno contra Clarín que caracterizó al segundo kirchnerismo. Scioli, hábilmente, hoy sigue estando.

En el horizonte, asoma el escenario de una primaria Massa versus Scioli para dirimir el poskirchnerismo. El PRO y el FAP, los primeros atisbos del escenario poskirchnerista que dejaba el 2011, tienden a ser absorbidos por esta cada vez más insoslayable realidad: del propio peronismo, y no de los otros, emergen las opciones del futuro. En el corto plazo, el kirchnerismo puede lucir perdedor frente al experimento de Massa. Pero eso sólo luce así si ponemos en el kirchnerismo planes que éste nunca explicitó.

En perspectiva, también podemos decir que el poskirchnerismo surgido de sus propias entrañas es la mejor solución de continuidad para buena parte del stock de políticas de la década kirchnerista.

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