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Una idea para la señora Presidenta

19 junio de 2013

De la opción “Mitre o Rosas” terminamos en “Colón o Juana Azurduy”. ¿No será mucho?

Una visita a la Galería Nacional de Retratos del Museo Smithsoniano de Arte Americano de Washington permite observar lo que una democracia de tres siglos puede lograr como construcción de la memoria de una Nación diversa y unificada. Con ojos argentinos, resalta en contraste con una democracia de tres décadas como la nuestra, que no logra darnos una visión compartida y contenedora de los relatos encontrados sobre nuestra Historia, la más lejana y la más reciente. No se trata de cantar loas a Estados Unidos, de omitir sus tremendas contradicciones y responsabilidades internacionales, ni de proponer una mirada dependiente o neocolonial, que nos lleve a repetir los dilemas de Alberdi y sus contemporáneos buscando adoptar y adaptar las instituciones y prácticas de la “civilización” estadounidense a los usos y costumbres de los desunidos estados del Sur americano. Se trata de mirarnos una vez más en nuestro propio espejo y reconocer lo que podríamos ser; no imitando, sino incorporando y reconociendo las propias potencialidades.

En ese museo de Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, está todo y están todos. Mediante la pintura, la fotografía y las artes audiovisuales se ha logrado componer un viaje que refleja la iconografía de una nación siempre en construcción, las luchas de liberación contra el colonialismo, las épicas y desangramientos de la Guerra Civil, las batallas por los derechos civiles y frente a la esclavitud pero también el modo en que los colonizadores anglosajones sometieron y “barbarizaron” a las poblaciones originarias.

Allí está la galería de todos los presidentes junto a las expresiones populares, rostros individuales e imágenes de movimientos sociales en su resistencia frente al racismo, la discriminación y la deshumanización de la sociedad de consumo. Amalgama de una sociedad multicultural forjada por emprendedores y trabajadores que “se hicieron la América”; magnates con visión de futuro, grandes empresarios y pequeños comerciantes, mujeres y jóvenes, inmigrantes de Oriente y Occidente.

Nosotros no tenemos algo así. Nos falta un Museo de la Inmigración que esté a la altura de lo que significó aquella gesta de la Argentina que prometía trabajo, libertad y progreso. El Museo Histórico Nacional vuelve a ser objeto de disputas políticohistoriográficas sobre el lugar que se merece cada personaje del Siglo XIX. Y la paradoja es que se ha promovido una cultura de la memoria ?con sus lugares recordatorios y edificios resignificados en el Museo de la Memoria? pero a expensas de una visión integradora de experiencias y relatos diversos sobre lo que significaron los años '60 y '70 y el terrorismo de Estado.

Revisionismos que se suceden sin someterse a la propia crítica y llegan al ridículo de discutir quién amerita más tener emplazado su monumento en la proximidad de la Casa Rosada, si por Fabián Bosoer Cristóbal Colón o Juan Azurduy, porque según parece no hay lugar para los dos. De aquí a diciembre, cuando la democracia cumpla treinta años, la Presidenta podría hacer una importante contribución: abrir una sala especial en el Museo del Bicentenario que contenga las expresiones culturales, artísticas y periodísticas, los principales hechos políticos, campañas electorales y protestas sociales, con todos los presidentes, retratados y caricaturizados.

Un Memorial de la Democracia que muestre que pese a las retóricas reaccionarias hemos sabido superar la cultura facciosa que impide que podamos compartir una historia común como pueblo. Un homenaje que reafirme que la democracia comenzó en 1983 y no en 2003, como lo pretende un relato sectario del kirchnerismo, con fundamentos que curiosamente provienen de aquellas interpretaciones que le niegan a la política el lugar central que pretenden estar defendiendo en nombre de un “proyecto nacional” del que se conciben como únicos representantes.

La Presidenta que inauguró junto a su marido el busto de Raúl Alfonsín en la Casa Rosada, con el ex presidente presente en ese singular acto; que inauguró allí el Salón de las Mujeres, con el cuadro de Alicia Moreau junto al de Evita ¿Por qué no podría dar una muestra de que en algunos momentos también es capaz de comportarse como una estadista, por la generosidad con la que sea capaz de reconocer los aportes de otras vertientes de la política y la cultura nacional?

En aquel acto del salón de los bustos, el 1º de octubre de 2008, Alfonsín pronunció palabras que siguen resonando: “Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política”.

Volvamos al ejemplo de Estados Unidos, en el que el pasado ?que ayer fue presente? hace de los museos una obra que siempre está en construcción, con muestras permanentes que se van ampliando y otras exhibiciones artísticas que nutren de manera periódica una cultura que celebra la innovación y la creatividad. Ahora se está edificando el Museo de Historia y Cultura Afroamericana, un gran emprendimiento que se inaugurará en 2015, cuando Obama termine su presidencia. Será un buen legado, que también Cristina podría imitar dejando inaugurado un Memorial de la Democracia al terminar su mandato.

Cuenta el escritor polaco Ryszard Kapuscinsky un encuentro que tuvo con un director de la Radio Nacional de Armenia en los estertores de la desintegración de la Unión Soviética. Ante la pregunta sobre el futuro, el interlocutor respondió incrédulo: “El futuro no es ningún problema para nosotros. El problema es el pasado, que lo están cambiando todos los días”.

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