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Las Fuerzas Armadas y la política de defensa de los últimos años

14 noviembre de 2012

Cinco expertos describen las transformaciones de las FF.AA., su rol en la sociedad y su inserción en la política de defensa nacional actual.

“La Defensa en el Siglo XXI. La Argentina y la seguridad regional” (Capital Intelectual, 2012), prologado por el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, compila artículos de cinco expertos en relaciones internacionales y cuestiones de defensa. El primero, de Khatchik DerGhougassian, docente de la Universidad de San Andrés (UdeSA), hace un repaso histórico del rol de las Fuerzas Armadas en la Argentina. “Hasta la década del ochenta, la política de defensa en la Argentina ha sido el monopolio de los militares, quienes la habían sometido a su visión particular del mundo, a su criterio ideológico y, sobre todo, a sus intereses corporativos, que a menudo confundían con el interés nacional o, incluso, lo equiparaban”, escribe DerGhougassian y concluye que “las Fuerzas Armadas argentinas resultaron ser un fracaso en su profesión”. Con la llegada de la democracia, comienza la “institucionalización de la política de defensa” que, según DerGhougassian, cuenta con tres etapas: restauración del control civil, reforma militar y modernización de las Fuerzas Armadas. Esta tendencia, aún inconclusa, debería tener como Norte lograr una “ciudadanización” de las FF.AA. que permita, finalmente, rescatarlas del olvido e insertarlas, como actor vital, en la política de defensa nacional. Este proceso avanzó a distintos ritmos desde 1983. La llegada de Nilda Garré al Ministerio de Defensa fue, de acuerdo a DerGhougassian, un “salto cualitativo” en el proceso de institucionalización y tuvo como mojón central la reglamentación de la Ley de Defensa. Por último, advierte el especialista, más allá de los avances, este proceso podría sufrir “un revés, o abandono, por algún giro político o decisión de recorte presupuestario” .

El segundo texto, a cargo de Valeria Laura Larocca, coordinadora general de la Escuela de Defensa Nacional, analiza cómo se relaciona este proceso, que describe como “el retorno de las FF.AA. a su misión principal” , con “la gran estrategia de primacía de los EE.UU.”. Específicamente, qué influencia ha tenido en la política de defensa argentina la intención de Washington de lograr un “policiamiento” de las FF.AA. para enfrentar las denominadas nuevas amenazas, entre las que figura el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado. Según Larroca, la Argentina ha mostrado “cierta resistencia” a esas intenciones. En términos generales, Larroca inscribe esta resistencia en “un comportamiento externo cercano al modelo de soft-balancing” frente a Estados Unidos. “Ni pura confrontación ni puro alineamiento” , explica. Por ejemplo, no haber participado en Irak, el rechazo al ALCA, la cancelación del Ejercicio Militar Combinado Aguila III y la promoción de organismos regionales se han dado en paralelo con tareas de colaboración en temas como la lucha contra el narcotráfico, la defensa de la democracia o la no proliferación nuclear.

El tercer artículo, a cargo de Juan Tokatlian, docente de la Universidad Torcuato di Tella, aporta una visión macro de la situación global. Según el experto, hay un traslado del centro de poder de Occidente hacia Oriente. Quizás eso sea la única certidumbre que haya, pues poco se sabe sobre qué mundo emergerá detrás de esta megatendencia. Por ejemplo, así como Asia lidera el mundo en tasas de crecimiento también lo ha hecho en casos de proliferación nuclear, lo que obliga a ser cautos con los pronósticos. Si bien esta tendencia parece irreversible, Tokatlian advierte que EE.UU. sigue siendo, por lejos, la principal potencia militar y que su declive fue muchas veces vaticinado y, al menos hasta ahora, jamás se cumplió. Asimismo, la capacidad disruptiva de las nuevas potencias emergentes permite poner en duda que el nuevo mundo multipolar será más pacífico, equilibrado y democrático, como suele creerse. “Los nuevos poderes emergentes provienen de la periferia, poseen regímenes políticos diversos, sus casas no están plenamente ordenadas, gravitan significativamente en la economía mundial, están descontentos con los equilibrios de fuerza vigentes, tienen altos niveles de desigualdad doméstica, desplegan una conducta externa heterodoxa y se encuentran muy inclinados a favor de una repartición de poder en el terreno global”, escribe Tokatlian.

El cuarto artículo, a cargo de Federico Merke, investigador del Conicet, pone la lupa en la política exterior de Brasil. Como potencia en ascenso, “Brasil viene desplegando una política exterior en tres geografías”. La primera es la que vincula el Sur con el Norte, y allí se inscribe, por ejemplo, sus demandas de una arquitectura global más equilibradas. La segunda geografía (“el Sur global”, según Merke) tiene que ver con su relación con “pares” emergentes y se expresa en grupos como el BRICS. Por último, la tercera geografía es la de América del Sur, que oficia de plataforma de apoyo y tiene, entre sus hitos, la creación del Consejo de Defensa Suramericano (CDS). Merke analiza qué rol juega el programa nuclear brasileño en esa estrategia y, por último, responde cuál debería ser el rol de la Argentina, en tanto líder en el campo de energía nuclear para fines pacíficos, ante el plan de Gigante Sudamericano.

En el último artículo, Germán Montenegro, director de la Escuela de Defensa Nacional, hace un repaso del rol de las FF.AA. en la Argentina del Siglo XX y analiza los cambios que siguieron a la restauración democrática y la llegada del kirchnerismo, que “significó el inicio de un cambio drástico en la modalidad de gestión de los asuntos de la defensa” . Para ello, puntualiza los principales aspecto legales, estratégicos y doctrinarios que cimentan, según su visión, este cambio de época para las FF.AA. y la política de defensa de la Argentina.

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