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La UCR, amenazada

22 octubre de 2012

(Columna de Lucio Guberman)

La carencia de líderes y el acecho de otros partidos pueden convertir a la segunda fuerza del país en una expresión testimonial.

La Unión Cívica Radical (UCR) se encuentra en una de las encrucijadas más complicadas que haya afrontado en sus 120 años de historia. Una serie de factores endógenos y exógenos al partido plantean la urgencia de un ejercicio, nada teórico y eminentemente prospectivo, para dilucidar su futuro.

FORTALEZAS Y DEBILIDADES

La propia historia es una de las fortalezas del radicalismo. En más de cien años de vida, forjó una tradición cívico política y extendió sus bases territoriales al país entero. De allí que en el interior de cada provincia argentina la dicotomía política sigue siendo peronimo? radicalismo; y si bien tiene un solo gobernador en ejercicio, mantiene muchas intendencias de ciudades capitales y de localidades intermedias y pequeñas a los que suma catorce senadores y cuarenta diputados nacionales.

En la provincia de Buenos Aires, prueba de fuego para cualquier armado nacional, el radicalismo no sólo mantiene varios intendentes, sino que integra prácticamente todos los concejos municipales y conserva comités en todos los distritos. En las universidades, sea a través de la agrupación estudiantil Franja Morada o por intermedio de dirigentes universitarios, mantiene tanto una base de poder como una fuente de reclutamiento político considerable.

Sin embargo, las debilidades actuales del partido no son pocas: la ausencia de líderes nacionales con predicamento va de la mano de la pérdida de prestigio como partido de gobierno nacional. La falta de control de las estructuras provinciales veda a la UCR de una de las plataformas privilegiadas para lanzar candidatos a la arena nacional. A pesar de tener bloques legislativos importantes en ambas cámaras la indefinición de liderazgos la priva de una estrategia parlamentaria efectiva. Hay otro obstáculo en el exacerbado internismo de la UCR, como confesó un dirigente radical: “Para nosotros la globalización es una interna grandota”. Y una dificultad adicional, que no alcanza a ser contrarrestada por la mencionada inserción universitaria, en la ausencia de renovación intelectual de un partido en el que este aspecto desempeñó históricamente un rol de notable importancia.

RETOS POR DERECHA Y POR IZQUIERDA

Las amenazas de corto plazo para la UCR están en el PRO de Mauricio Macri y el socialismo de Hermes Binner. Las tres fuerzas políticas han hecho del discurso institucionalista de defensa del funcionamiento republicano y oposición a la reforma constitucional que habilitaría la posibilidad de reelección de la actual Mandataria su principal bandera para enfrentar discursivamente al Gobierno de Cristina Fernández. Sin embargo, tanto socialistas como macristas tienen un plus del cual el radicalismo actualmente carece: espacios de gobierno susceptibles de sostener una oferta política en términos de modelos de gestión. Si se considera que los temas relacionados con los insumos de la política, como lo es la oposición a la reelección, son de bajo impacto electoral, carecer de otra agenda pone a la UCR en una situación desventajosa frente a los otros opositores mencionados.

Y si bien ninguna de las dos fuerzas tiene una estructuración nacional como el radicalismo, ambas están libres de los traumas que implican las salidas críticas y anticipadas de la Presidencia de la Nación. A la hora de satisfacer las demandas del electorado disconforme con el actual Gobierno, un requisito fundamental, aun en elecciones legislativas de mitad de mandato y que no tienen al país como distrito único, es ostentar figuras presidenciables que porten la promesa de acumular capital político para disputar con chances frente al kirchnerismo. El PRO, en Macri y el socialismo, en Binner, tienen figuras que pueden reclamar ese rol. El radicalismo aún no tiene esa figura.

DE LA DIFICULTAD, VIRTUD

Las mismas debilidades descriptas en perspectiva nacional del radicalismo implican altos niveles de autonomía para que sus referentes municipales y provinciales adopten las estrategias locales que consideren exitosas para sus comarcas. Y si esos dirigentes locales deciden que el radicalismo sigue siendo un partido nacional y no una federación de partidos municipales, tienen en esa horizontalidad que les confiere la falta de liderazgos indiscutidos una oportunidad para refundarse desde abajo hacia arriba para volver a ser un partido competitivo.

En este sentido, algunas de sus carencias pueden ser virtud. Las dificultades de la UCR a nivel nacional pueden abrir una vía de “solución por abajo” que ningún otro partido se permite seriamente en la Argentina contemporánea y que el radicalismo debería explorar cuidadosamente, bajo la pena de convertirse en un partido testimonial.

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