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El primer año de Mujica y su relación con la Argentina (*)

04 marzo de 2011

El 1ro. de marzo pasado José Mujica cumplió su primer año como presidente de Uruguay, en una gestión marcada por haber priorizado la relación con la Argentina desde el primer día de asunción, aun a costa de las críticas internas que le valió esa decisión. Sin embargo, y pese a las acusaciones de la oposición en su país, es innegable que la posición dialoguista y conciliadora de Mujica, basada en su buena sintonía con la presidenta Cristina Fernández -diametralmente opuesta al vínculo que mantuvieron sus respectivos predecesores Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner, cosechó más victorias que fracasos. Ya desde el primer tramo de la campaña electoral, Mujica había ratificado que plantearía como primordial mejorar las relaciones bilaterales.

El 29 de noviembre de 2009, la misma noche en la que se conoció su victoria en balotaje, dialogó con un grupo de parlamentarios argentinos para tenerlos al tanto de sus primeros lineamientos en esa dirección, y allí mismo nombró al primer funcionario de su administración, al nuevo embajador en Buenos Aires, Guillermo Pomi, que asumiría en abril siguiente pero que desde ese día comenzó a trabajar en fortalecer la relación. En enero de 2010, dedicó su primer viaje como Presidente electo a la Argentina, para agradecer a los más de 25 mil uruguayos que viajaron para votarlo en las dos rondas pero también para estrechar las relaciones con el núcleo del kirchnerismo con el que venía negociando. En el más estricto silencio, mientras tanto, operadores políticos de ambos gobiernos negociaban una salida para después del fallo de La Haya. El coordinador técnico de la Unidad Presidente, Rafael Folonier, de excelentes lazos personales con el Presidente uruguayo, fue uno de los encargados de monitorear de cerca esas negociaciones para encauzarlas y que los encuentros presidenciales llegaran con un diálogo destrabado.

Cristina Fernández y Néstor Kirchner, junto a buena parte de su gabinete y miembros de todos los partidos políticos estuvieron presentes en su asunción el 1ro. de marzo del año pasado, en un viaje relámpago tras haber inaugurado las sesiones ordinarias del período 2010. Durante todo ese mes de marzo, el último de Francisco Bustillo como embajador uruguayo en el país, se terminaron de sentar las bases para la mejora en el vínculo. Pero el puente de Gualeguaychú, mientras tanto, seguía cortado por los manifestantes opuestos a la pastera de Botnia. En abril llegaría el principal logro concreto del “Pepe” Mujica en la presidencia tras el fallo “salomónico” del tribunal con sede en La Haya.

Después de siete años de desencuentros, el segundo gobierno del centroizquierda alcanzó el dilatado acuerdo con la Argentina en relación a la planta de celulosa UPM (ex Botnia) y, más importante aún, logró liberar el paso internacional que une Fray Bentos en Uruguay con Gualeguaychú. Se alcanzó entonces un acuerdo de monitoreo ambiental que servirá de base para futuras plantas que se quieran instalar en el Río Uruguay. Ese gesto de acercamiento que dio por terminado el conflicto entre ambos países más importante de los últimos años permitió que a los pocos meses la relación pasara de estar prácticamente trabada a que los dos gabinetes tuvieran una reunión de trabajo conjunta en la estancia de la Presidencia uruguaya en la localidad de Anchorena, cerca de Colonia, a mediados de junio. Allí, una vez dejado a un lado el problema en torno a la pastera y el corte de puente, se definió una agenda de trabajo en temas que eran, y siguen siendo, de interés para los dos países. El dragado conjunto del río y las diferencias sobre licencias de importación ocuparon buena parte de esa agenda bilateral. Justamente sobre ese tema giró la última controversia que ambos presidentes zanjaron a fines de febrero, pocos días atrás.

En esta última oportunidad, en otro maratónico viaje a Buenos Aires, el presidente José Mujica se reunió con Cristina y volvió a apelar a la buena sintonía entre ambos para destrabar dos temas que el gobierno e industriales tenían en los primeros lugares de la lista de prioridades y sobre los que existían diferencias. Por un lado firmaron un acuerdo para dar el puntapié inicial a la construcción de una planta regasificadora con la que Uruguay podría tener gas natural a partir de 2013. Así, las empresas públicas energéticas estatales de ambos países (UTE y ANCAP por Uruguay, y ENARSA por la Argentina) explotarán conjuntamente una planta regasificadora que estaría en un barco frente a Montevideo y conectada por un gasoducto a la Argentina. Según Mujica, la nueva planta permitirá bajar “de inmediato” el costo de funcionamiento de algunas plantas de generación de energía que funcionan con petróleo. Además, con el tema de fondo de las licencias no automáticas a la importación, Cristina le manifestó a su par uruguayo que las normas propuestas por Débora Giorgi y Guillermo Moreno no impactarán sobre las exportaciones uruguayas. “Creo que me fue bastante bien. No va a haber problemas”, dijo el presidente tras el encuentro.

El propio presidente, al hacer un balance de su primer año de gestión, confió: “Algunos se enojan con la Argentina, a la Argentina hay que llevarla, hay que pastorearla, porque los países no se mudan. Traje bastante de la Argentina y vamos a ir consiguiendo más. Siempre dificultades van a haber, es inevitable, porque allá también lloran y patean”. Pero el tema divide aguas como pocos fronteras adentro de la política uruguaya. La oposición le ha achacado su acercamiento a la Argentina, más allá de que en los hechos esa política haya logrado más casilleros en la columna del haber que en la del debe. E incluso dentro del propio Frente Amplio no todos ven con buena cara la cercanía de Mujica a muchos de los círculos K, que el Presidente en privado justifica apelando a su pragmatismo característico: “Yo gobierno hasta 2015, y lo más probable es que el Gobierno argentino entre 2011 y 2015 sea kirchnerista, así que me tengo que llevar bien”.

(*) Escrita por Hernán Reyes Alcaide. Publicada en la edición nº26.

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