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El miembro trucho del Mercosur

10 agosto de 2012

Los presidentes de la Triple Alianza admiten haber colocado a la política por sobre las leyes y el comercio.

Después de veintiún años de cuarteto, algunos presidentes del Mercosur hicieron un ménàge a trois y decidieron formalizar el ingreso de Venezuela al grupo. Extraño organismo el Mercosur, con un miembro excedente e ilegal. Porque el Tratado de Asunción, fundante del bloque, reza en su artículo 20 que “la aprobación de las solicitudes (de adhesión) será objeto de decisión unánime de los Estados Partes”. Paraguay, aún suspendido, sigue siendo un Estado Parte y no ratificó el acuerdo, por lo que éste es jurídicamente inválido. El día que el gobierno paraguayo aprenda a redactar una presentación jurídica e impugne la ampliación del bloque, cualquier tribunal internacional le dará la razón.

El Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur es tan claro como el Tratado de Asunción: “Entrará en vigencia el trigésimo día contado a partir de la fecha de depósito del quinto instrumento de ratificación. La República del Paraguay... notificará a las Partes la fecha de los depósitos de esos instrumentos”. Así reza el artículo 12. Etimológicamente, quinto viene de cinco y no de cuatro: pero no existen cinco instrumentos porque el Congreso paraguayo, democráticamente electo, nunca ratificó el Protocolo. En cualquier caso, la República del Paraguay no podría notificar esa ratificación faltante porque está suspendida del bloque.

A propósito, ilegalmente suspendida. Quien lo afirma es Santiago Deluca, secretario hasta hace pocos meses del Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur. De acuerdo con el Protocolo de Ouro Preto, los únicos actos jurídicos vinculantes del Mercosur son aquellos emanados de sus órganos decisorios: el Consejo Mercado Común, el Grupo Mercado Común y la Comisión de Comercio. Los jefes de Estado, aunque participen en sus reuniones, no se encuentran habilitados para tomar decisiones.

¿Cuál es, entonces, la norma que suspendió los derechos de Paraguay como miembro pleno? Ninguna: fue una declaración presidencial, realizada además sin respetar el derecho de defensa y la garantía del debido proceso ?faltas que, alegadamente, justificaron la decisión de suspender al Paraguay?. La Cenicienta del Mercosur, el país menos reconocido por su apego al Estado de Derecho, sufre en carne propia el desprecio que los poderosos del barrio sienten por la ley. El gobierno guaraní acudió ante el Tribunal Permanente de Revisión para plantear la ajuricidad de ambas decisiones: la suspensión de sus derechos y el ingreso de Venezuela.

En una obra maestra de malabarismo político, los cinco miembros del Tribunal evitaron pronunciarse “sobre el cumplimiento o la violación de la normativa Mercosur en relación con la demanda planteada” ?y, por lo tanto, dejaron a Paraguay a dormir afuera?.

Pero los argumentos de la Argentina, Brasil y Uruguay (los demandados) son dignos de nota: negando la competencia del Tribunal, alegan que “la naturaleza de la decisión adoptada (la suspensión) es política, razón por la cual no es necesario realizar un proceso de tipo contradictorio para emitirla”, no se “prevé rito solemne ni formalidades” ni revisión judicial. El juicio político que destituyó a Lugo, y por el cual su país fue sancionado, tuvo al menos dos horas de contradictorio y la formalidad de 115 votos derrotando a 5 en el Congreso. Que las instituciones paraguayas respeten los procedimientos constitucionales más de lo que sus socios respetan las “formalidades” normativas del Mercosur lo dice todo sobre el estado del bloque.

¿Y cuál será la consecuencia de la suspensión ilegal de Paraguay y el ingreso, igualmente ilegal, de Venezuela? Probablemente ninguna. El Mercosur no funcionaba antes y no lo hará ahora: para venderle bienes a Venezuela, Brasil no precisaba de reducciones arancelarias. Lo mismo acontece con los socios que quieran comprar petróleo, imponer medidas proteccionistas o piquetear puentes fronterizos: el bloque hace tiempo dejó de ser lo que prometía, una unión aduanera con ambición de mercado común, para transformarse en una herramienta de proyección política de sus gobiernos.

Afirmar que con la ampliación el Mercosur se torna una gran potencia económica o energética es equivalente a decir que el mayor bloque sobre la tierra es el conformado por los países que empiezan con E. Es cierto que el PBI combinado de Estados Unidos, Estonia, El Salvador y Etiopía es el mayor del mundo, pero esos países están unidos por poco más que su inicial. Hoy, sin embargo, el bloque de la E y el Mercosur tienen virtualmente la misma consistencia jurídica y regulatoria. Lo único que los distingue son siete letras.

(De la edición impresa)

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