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La Sociedad Rural frente a la política a través de los años

01 agosto de 2012

Un libro hace una radiografía de la institución agropecuaria analizando sus vínculos con los gobiernos democráticos.

La Sociedad Rural es una de las instituciones que más ha influido en la política argentina en el siglo pasado y que aún continúa teniendo una gravitación más que relevante. Como parte central de un modelo que se autoasignó el rol de abastecedor de alimentos ?baratos? al resto del mundo durante los primeros años del Siglo XX, fue acumulando poder y tierras hasta ser, hace apenas cuatro años, punta de lanza de la última reaparición de las cámaras agropecuarias. En el medio, sus dirigentes han tenido distintos grados de relacionamiento con los otros poderes fácticos (Iglesia, Fuerzas Armadas) que contribuyeron durante décadas a formar una imagen poco democrática de la institución.

Buena parte de ese derrotero es analizado con hechos y relatos de los protagonistas en el nuevo libro de Alejandro Tarruella, “Historia de la Sociedad Rural Argentina” (Editorial Planeta), en el que el autor hace un análisis de lo que denomina como “oligarquía terrateniente”, desde la colonización española hasta cómo quedó la institución luego de su último momento de estrellato, con la resolución 125, y el momento actual que atraviesa con precios records en las commodities en los mercados internacionales.

De la toma de tierras por parte de las hordas españolas hasta el reciente conflicto por las retenciones fiscales al campo, pasando por la enfiteusis rivadaviana y la “Conquista del Desierto” que empezó con el gobierno de Rosas y culminó con el de Roca, la obra analiza en detalle el trasfondo económico de las decisiones políticas de un sector que ha mostrado una alta influencia sobre los poderes del Estado.

“Cuando los apostólicos españoles llegaron con unos pocos bovinos al Río de la Plata, quizá no imaginaron que el destino de la región, por los siglos de los siglos, sería parir vacas al mundo. ¿Para qué cultivar la tierra o navegar el río hasta llegar al mar si las llanuras pampeanas servían cueros y carnes que el mercado mundial reclamaba con tanta avidez como la plata de Potosí? Por eso, los colonizadores acapararon tierras no para sembrarlas sino para hacer crecer sobre ellas a las vacas”, comienza el relato Taruella antes de comenzar un análisis principalmente político de los lazos de sus dirigentes, en una obra crítica con la SRA.

Así, se detiene en el comienzo de los sectores agroexportadores: “Ya acriollados, sus descendientes siguieron enriqueciéndose y, una vez enquistados en el Estado, modelaron una organización de defensa de sus intereses oligárquicos: así nació la Sociedad Rural, institución que jugó, juega y jugará el papel dirigente de la Nación mientras la Argentina siga siendo un país dependiente y agroganadero exportador”, prosigue.

Uno de los grandes aportes de la obra es la descripción del rol de la revista Anales, que desde mediados de la década del '40 sirvió como vocera de los intereses de la SRA y permite trazar una pintura fiel de sus posicionamientos políticos.

Allí aparecen sus posturas pendulares con respecto al peronismo, en base a los acuerdos de exportación a Gran Bretaña en un contexto de alta demanda desde Europa y que llevaron a posturas de la organización a lanzar en un comunicado que tributaba “su sincero voto de aplauso al inteligente celo de las negociaciones”. Como ocurriría años después durante la Presidencia de Cristina Fernández, las venturas económicas eclipsaban, temporalmente, las desavenencias ideológicas con el gobierno de turno.

Es que luego del golpe de 1955, la SRA mostró una identificación plena con el gobierno de facto: “La Sociedad Rural, por su parte, unos días después del golpe, y sucesivamente en los meses siguientes, transmitió a sus afiliados su más ferviente apoyo a la patriótica cruzada de libertad? que terminó con los excesos de retórica, de ambiciones desmedidas, siniestras arbitrariedades, increíbles actos de sensualidad”, como escribían en dicha revista en octubre de ese año.

Otro de los puntos destacados del libro es el recorrido por la postura de la SRA frente a los impuestos y subsidios. Desde la implementación de las retenciones durante la presidencia de Bartolomé Mitre hasta su endurecimiento (llegaron al 25%) durante la llamada Revolución Libertadora. Otro punto fluctuante aparecerá durante la presidencia de Onganía, a quien la SRA comienza apoyando, pero del que luego se aleja tras las medidas de Adalbert Krieger Vasena en 1967, que decidió poner las retenciones en el máximo desde 1860. Luego de la dictadura de 1976, con el retorno de la democracia la SRA apeló a una actitud hostil con Alfonsín, recuerda Tarruella, para luego tener una buena relación con Menem.

El eje de las retenciones es central en el último tramo del libro, que analiza el rol de la Sociedad Rural y sus socios durante las jornadas del paro de comienzos de 2008, a quienes Tarruella ubica como lógicos dentro de la genealogía ruralista. “Los emergentes corporativos de aquella historia cuya síntesis en estos tiempos es la Mesa de Enlace”, analiza para centrarse en la figura de Hugo Biolcatti, el presidente de la entidad, a quien concede un rol de duro y portavoz de los sectores menos democráticos de la institución frente al ala de mayor cintura política que expresaba su antecesor, Luciano Miguens.

“Un tipo afín a desmesuras”, lo describe, antes de cerrar la obra con un análisis de las posibles perspectivas político-económicas de la Sociedad Rural, en un contexto de mayor producción y mejoras en las condiciones del sector, por lo que el autor sugiere que pueden aparecer matices dentro del discurso del sector de cara a un futuro que ve promisorio para la actividad.

(De la edición impresa)

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