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Arde Boudou

20 abril de 2012

Otra vez, un vicepresidente desata una situación conflictiva en en el escenario político del país.

Tu equipo volvió a ganar, te prendieron mil bengalas hoy. La banda grita tu nombre y ves, como la popular se va a caer. Pero tu estrella no está más. Se la llevó la mañana.

Desde 1983, siete hombres fueron electos vicepresidentes de la Nación. Tres renunciaron antes de terminar su mandato: Víctor Martínez, Eduardo Duhalde y Chacho Alvarez. Otros tres cumplieron el plazo previsto por la Constitución: Carlos Ruckauf, Daniel Scioli y Julio Cobos. El séptimo desempata: ¿por qué grupo se decantará? Al parecer, el suplente del Poder Ejecutivo y titular del Senado depende del único poder que no integra, el Judicial. Pero eso es una ilusión óptica: su estrella está en manos del mismo actor institucional que definió la suerte de sus seis antecesores: la Presidencia.

Boudou fue un capricho de Cristina, y su destino no depende de nadie más que de ella. Por ahora puede sonreír. Carlos Pagni recordaba, hace unos días, que entre Uberti y Taiana la Presidenta eligió a Uberti; coherentemente, entre Boudou y Righi terminó por elegir a Boudou. El camporismo reverdece sólo entre los jóvenes; los que efectivamente acompañaron al Tío en los '70 hacen fila para la jubilación otoñal. Nilda Garré no cometería una insensatez si tuviera las valijas preparadas. Al revés de lo que ocurrió con el socialismo y los regímenes que lo implementaron, el camporismo realmente existente está siendo devorado por un discurso sin correlato en la realidad. Salvo, claro, en lo que respecta el financiamiento público y privado, realidad en que La Cámpora está muy bien anclada.

La diferencia de Boudou con el resto, sea Taiana, Righi o Garré, es que ocupa un cargo institucional que no depende de la voluntad presidencial? formalmente. En la práctica, la historia de los vices está pautada por su relación con el jefe. El politólogo Ariel Sribman clasificó a los vicepresidentes recientes según su “modo de poder”, definiendo cuatro tipos: subordinación, cooperación, tensión y conflicto. La subordinación es el caso más frecuente, que caracterizó a Víctor Martínez, al primer Ruckauf, a Scioli y a Cobos (al principio). Duhalde y Chacho, en cambio, fueron cooperadores, aunque en el segundo caso la relación se transformó en conflictiva ?como ocurriría más tarde con Cobos.

Boudou, a diferencia de todos los anteriores, no tiene base de apoyo propia: ningún partido, facción interna o corporación lo reconoce como uno de ellos, mucho menos como su líder. Para los soñadores es un hombre libre; para los militantes, un soldado y para los realistas, un invento. La historia de Frankenstein es demasiado trillada como para traerla a cuento.

Dónde vamos, corazón dónde vamos?

La era Kirchner no innova en la tradición argentina de concentrar el poder para no perderlo. Sin embargo, el inicio del período generó expectativas de cambio basado en dos elementos: reconstrucción del poder presidencial y superávit fiscal. Con ellos, el Gobierno recuperaba autonomía respecto de la calle y los acreedores. Cierto: hubo que hacer concesiones, sobre todo a los piqueteros y las clases medias subsidiadas. Pero se podían pagar. Hoy el superávit se esfumó: ¿Quién quedó?

Arde la ciudad, llueve en tu mirada gris, la gente festeja y vuelve a reír. Pero este carnaval, hoy no te deja dormir, mires donde mires ella está ahí.

La Mancha de Rolando, la banda de rock que cuenta al vicepresidente entre sus ocasionales integrantes, describe la realidad mejor que cien analistas. El rumbo del Gobierno no está claro, pero timonel hay una sola. Que la estabilidad laboral de Boudou dependa únicamente de la Presidenta no es novedad. Que la estabilidad política del país sufra el mismo problema es más preocupante. Casi destituyente. Porque después de Cristina hay una fila esperando, pero el 2015.

Mientras tanto, la rueda de auxilio está en llanta y el gato parece oxidado. Lo que sigue es Beatriz Rojkés de Alperovich, una digna esposa sin experiencia de gobierno. Quiera el peronismo emular al sargento Cabral y sostener a la Presidenta aunque el camporismo perezca.

(De la edición impresa)

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