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El desafío del primer gabinete de ministros

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01 enero de 2020

por Sebastián Giménez

Los ministros con los cuales los presidentes terminan sus mandatos suelen tener poco que ver con los iniciales: el temprano desgaste frente a situaciones complejas explica esa tendencia

Ningún gabinete concluyó con al menos algún parecido respecto al que inició cada gestión desde 1983 hasta acá, plantearon Malamud y De Luca en el número anterior de el estadista. Alta volatilidad, la política es esa arena donde muchas veces las promesas naufragan en realidades duras desprovistas de toda narrativa épica. Un desgaste demasiado rápido hace quedar a funcionarios, muchos de ellos muy calificados, como fusibles. La política se ríe de la expertise muchas veces.

El 10 de diciembre, asumió el nuevo gabinete. Nada habilita a pensar que la alta volatilidad mencionada no se mantenga. Sobre todo, si tenemos en cuenta el desafío enorme al que se enfrenta.

El lugar de estos pioneros parece el de la primera línea de fuego de los ejércitos patriotas que nos dieron la emancipación. Nadie esperaba que sobrevivieran pero sí que cumplieran su función: atacar al enemigo y soportar a pecho descubierto la primera carga. Ya la segunda línea, o el ejército de reserva podía actuar sobre el terreno firme de saber de qué se trataba esa fuerza a la que se enfrentaban, caminar sobre terreno un poco más conocido o incluso replegarse ante la avanzada enemiga. Táctica, estrategia, ejecutada en base al tiempo ganado por el sacrificio de la primera línea de fuego.

Ya enseñó hace años Carl von Clausewitz que la política es la guerra por otros medios. En la situación del gabinete que asume, enfrente no hay un enemigo bélico pero sí el maremagnum de la crisis económica y social, y este es el equipo que interactuará primero con ella. Para que hubiera un Lavagna, tuvo que haber un Remes Lenicov. Este último desapareció totalmente de la escena pública. El primero, fue candidato a presidente con el crédito político de haber renegociado en su momento la deuda y pergeñado un modelo de crecimiento económico. Remes Lenicov tomó la gestión con una economía en caída libre a diez metros del suelo. Tuvo que soportar el estrellarse contra el piso. Su sucesor tomó el mando cuando venía el rebote. Caída, rebote, vuelta a caer. Auge de las commodities, baja del precio de las comodities.Y así.

La realidad imponiéndose a la ideología muchas veces, el gobierno que se retiró se resignó a implantar un cepo cambiario durísimo que iba contra sus convicciones.

Ahora asumió Alberto Fernández y el primer gabinete. Y la tensión entre realidad e ideología tendrá tal vez otra forma. Con un intervencionismo estatal tolerado o fomentado, el intríngulis con la ideología enunciada se dará en la posibilidad de evitar un ajuste, renegociación de deuda mediante. El ajuste es la práctica no querida, la antítesis del gobierno peronista. Darle a la maquinita, propuso un líder sindical. La realidad durísima en tensión con la ideología que quiere ser reparadora e inclusiva de todos.

¿Cómo se tramitará esa tensión? Una forma que intentó el peronismo antes fue la de intentar falsear los datos de la realidad, pero la designación de Marco Lavagna en el Indec, una figura con credibilidad y pergaminos, dan cuenta que no sería el camino elegido. Aceptar la realidad sin maquillarla, una sabia autocrítica. La única verdad es la realidad, diría Perón. La radiografía fiel del Indec no se toca, elogio a Todesca incluido. La realidad se respeta, opción interesante para dejar de vivir de ficciones.

Ahora bien ¿qué hacemos con esa realidad que demuestra el deterioro de todos los indicadores sociales, más pobreza, más indigencia, contracción en todas las actividades económicas? El desafío del primer gabinete y de la gestión, es empezar a cambiarla. Es lo que esperan millones de argentinos. Una realidad más vivible. Con algo parecido a la estabilidad, con crecimiento y menos pobreza. Con los actores sociales pujando por la torta distributiva y por quién paga los costos de la crisis.

El reto es capear el temporal, hasta que aclare. Cuando comience a aclarar, de acuerdo al trayecto de los gabinetes de los gobiernos democráticos anteriores, probablemente varios ya no estén ejerciendo sus funciones.

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