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Cuando lo durmieron al despertar

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03 julio de 2019

por Julio Burdman

José Luis Espert tiene la oportunidad de aprovechar el lugar en el cual lo colocó una sorprendente jugada del oficialismo

La zancadilla que sufrieron José Luis Espert y su Frente Despertar es parte del juego de la competencia democrática. Y de la competencia por el poder en general. Son cosas que pasan. Para un político avezado sería un pecado mortal el dejar pasar la oportunidad de “dormir” a un adversario. Dado que Espert quiso jugar, debió estar preparado para esto.

Podría escribirse toda una enciclopedia de picardías, zancadillas y otras “tácticas” electorales. Cierres de lista, votaciones y escrutinios son los momentos más críticos. Todo sirve para evitar la anodina tarea de conquistar voluntades a través de propuestas y argumentos. Hay miles de historias, algunas muy graciosas. A un profesor de ciencia política, ya fallecido, le gustaba contarlas. Como la de Douglas Thompson.

Década del '60, estado del medio oeste norteamericano, elección para el Congreso, votación uninominal. El Partido Demócrata postula al veterano dirigente Douglas Thompson. Y el último día, a último momento, un grupo de desconocidos inscribe la lista de un ignoto partido, de nombre muy similar al Demócrata, cuyo candidato es otro Douglas Thompson.

Un homónimo. Los demócratas entran en desesperación e intentan “bajar” la lista del Thompson trucho, pero no había nada legal para hacer. Los republicanos, obviamente, negaban toda relación con la zancadilla. El Thomson trucho nunca hizo campaña, nadie lo vio, pero sus boletas estaban ahí, en la mesa, el día de la votación. Los demócratas invirtieron el tramo final de su campaña tratando de explicar a sus votantes que había una estafa política en marcha, y que tenían que cuidarse de poner la boleta correcta en el sobre.

Pero bueno, eran otros tiempos. Sin Internet ni celulares, los mensajes tardaban en llegar. El Thompson trucho le terminó mordiendo unos cuantos votos al verdadero, facilitándole la victoria a su adversario.

Eso fue hace más de cincuenta años. Y hace cien las “trampitas” eran más tremendas aún. La legislación electoral y la sabiduría partidaria se fueron perfeccionando para evitar que nos pongan Thompsons truchos. A Despertar lo durmieron porque le faltó calle. Pero eso, en nuestra era de populismo de la virtud y las ansias de autenticidad, puede ser un gran activo. Espert tiene que aprovechar esto y dar un espectáculo.

Cambiemos, devenido en Juntos por el Cambio, tiene desde hace rato una estrategia deliberada para evitar la fuga de votos por derecha. Durán Barba ya advirtió que hay en la Argentina un mercado para este tipo de voto, que surgió una rabia blanca entre nosotros, y que eso podía perjudicar al oficialismo. Por eso, se propuso absorber o disuadir todos los intentos.

Así lo hizo, sucesivamente, con Olmedo, Lopérfido y los y las pañuelos celestes. Con Espert no pudo y le sacaron a Asseff, el dueño del sello electoral “nacionalista” -con algún pasado inquietante- que le daba sustento y personería al Frente Despertar. Viendo lo que sucedía, Espert necesitaba un plan B para esquivar la embestida.

La falta de calle es oprobiosa en algunos contextos, pero no en todos. Pichetto y Asseff le ganaron a Espert en viveza criolla. Pero lo invistieron en cierta autenticidad. Quedó como un antihéroe, un tipo querible. Siendo, como es, un personaje mediático, le dieron una historia de nobleza para contar y hacerse más conocido aún.

Si logra salir del paso, tal vez con la ayuda del ex gobernador de Corrientes José Romero Feris, podría ampliar sus posibilidades. Se sacó de encima a Asseff y puede reclamar su propio operativo clamor. Si realmente le interesa la política, ahora quedó, potencialmente, con el muy político y redituable valor de la “antipolítica” que el cambiemismo supo usufructuar. Hasta ahora.

La zancadilla al oponente, otrora una “brillante jugada”, ya luce como algo viejo. Ya no entusiasma a nadie. Y menos aún al partido de los que reclamaban para sí el espíritu de la inocencia. Para el macrismo, enfrentarse con las “listas sábana”, la boleta de papel, los costosos asesores parlamentarios, las PASO y otros institutos de la“ vieja política” eran una marca identitaria. A la que vuelve en forma recurrente. Por eso, terminar imitando a las estratagemas de los viejos zorros conservadores de la década del '60 que inventaron al Thompson trucho los deja vacíos de la huella original.

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