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¿Qué hará la UCR con Cambiemos?

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26 mayo de 2019

por Miguel De Luca y Andrés Malamud

En el universo radical el tiempo se detiene cuando se reúne la Convención. En 2015, la de Gualeguaychú parió a Cambiemos. Este 27 de mayo empieza la de Parque Norte y, naturalmente, nada es más importante que la interna.

El radicalismo formó Cambiemos con dos objetivos. Uno era estratégico: derrotar al “populismo”. El otro era táctico: recomponer un partido maltrecho en el territorio y el Congreso. Por eso, Cambiemos fue una alianza electoral y no una coalición de gobierno.

Para la UCR el plan funcionó: Cambiemos ganó las elecciones y los de boina blanca crecieron en gobernadores, intendentes y legisladores, aunque menos de lo esperado.

El gobierno nacional fracasó: Macri pidió que se lo evaluase por su capacidad para reducir pobreza e inflación, y ambas habrán aumentado al final de su mandato.

Sin embargo, terminar el mandato es un logro en sí mismo: algo que el radicalismo no consigue desde 1928. Además, gracias a la grieta más que al mérito, Cambiemos se mantiene competitivo.

¿Cuál es la responsabilidad del radicalismo en los desaciertos de Cambiemos? En los de gobierno, periférica pero importante: el partido careció de equipos técnicos y liderazgo político para destacarse en las áreas que le adjudicaron. Tres de sus ministerios, Comunicaciones, Agroindustria y Salud, fueron disueltos. El de Ciencia, que tenía bajo su tutela a las universidades moradas, también.Y al de Defensa es cortés ni mencionarlo. En un gabinete mediocre, no sobresalir fue una proeza.

¿Cuál es la responsabilidad del radicalismo en no sumar más de dos gobernaciones y en dilapidar intendencias? Mucha. En 2019 el partido encabeza 16 de las 22 fórmulas de Cambiemos para gobernador, pero está perdiendo todas las elecciones provinciales y, peor aún, municipios que controlaba como Córdoba capital y Santa Rosa.

En el Congreso el radicalismo tiene 44 diputados y 13 senadores que no coordinan entre sí. En 2019 se renuevan 24 senadores, de los cuales sólo uno es radical. Un objetivo razonable habría consistido en triplicar esa cifra, pero nunca se formuló tal estrategia. Como cada provincia quedó librada a su suerte, se anticipa una magra cosecha.

El fiasco electoral de Córdoba coronó la falta de estrategia nacional con la ausencia de muñeca local. En una provincia grande y emblemática para la UCR, esa suma de errores es difícil de entender ?más aún cuando el modelo de cooperación exitosa estaba ahí nomás, en la vereda de enfrente, con la resistente combinación pergeñada por De la Sota y ampliada por Schiaretti?.

La Convención Nacional se reunirá en Parque Norte, sede cara a la simbología partidaria. Que en pleno Siglo XXI el cenáculo radicha esté cortísimo de mujeres es un testimonio de decrepitud y clama por una revolución. Pero mientras ésta duerme, los correligionarios definirán una política entre tres opciones: mantener Cambiemos, ampliarlo o dejarlo.

A la primera posición, el statu quo, la sostiene el influyente radicalismo bonaerense encabezado por el vicegobernador Daniel Salvador. Una semana atrás la Convención provincial votó esta tesis por unanimidad. La postura opuesta, romper, la lideran tres bonaerenses sin tierra: Federico Storani, Juan Manuel Casella y Ricardo Alfonsín. La nulidad de apoyos entre intendentes y legisladores ?es decir, de votos? torna a esta línea minoritaria.

En el medio se yergue la tercera posición, ecléctica. Sostiene la necesidad de ampliar Cambiemos sin romperlo. Otea como socios a los socialistas santafesinos y a los peronistas con adjetivos; tiene a Martín Lousteau como ideólogo y al presidente partidario, Alfredo Cornejo, como portaestandarte. Respetan a Macri como presidente y lo deploran como candidato.

La decisión final tardará en aparecer: velocidad y radicalismo son antitéticos. Todo depende del equilibrio entre las perspectivas electorales del gobierno y las necesidades territoriales de los caudillos provinciales. Si Macri mantiene al dólar estable y a la inflación en descenso, los intendentes radicales aún en pie y los candidatos a gobernador podrán enfrentar las elecciones dignamente. En cualquier caso, el reagrupamiento del peronismo detrás de les Fernández reduce las opciones de los críticos: afuera de Cambiemos no queda adonde ir, y menos en sandalias.

Además de seguir, romper o ampliar, la Convención decidirá el método: rosca o PASO. La primera puede engendrar disconformes; la segunda, daños irreversibles. Porque los peronistas son como los gatos: cuando parece que se están peleando, es que se están reproduciendo. En cambio los radicales, cuando parece que se están peleando, es que están peleándose.

La Convención nacional es un invento del siglo XIX que, en tiempos de política mediática, exhibe una ristra de defectos. Pero para los radicales es una escuela de democracia. ¡Qué sería del partido sin ella! Qué sería de Cambiemos lo sabemos: nunca habría existido.

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