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La renovación de Cambiemos

Cambiemos-candidatos-PBA-Bullrich
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27 octubre de 2017

Por Miguel De Luca y Andrés Malamud

Las elecciones de medio término, que el Gobierno soñaba eliminar, terminaron eliminando los sueños opositores. Pero el impacto del triunfo está limitado por la excéntrica renovación parcial.

Se votó y ganó Cambiemos. Pero, ¿qué tan importante fue el triunfo y dónde pesará más? ¿En cuánto se parece a los éxitos oficialistas en otras elecciones intermedias? ¿Y cómo analizar el resultado en perspectiva, evitando la conclusión de coyuntura?

En el Senado, la renovación del tercio de provincias más peronista no podía resultar mejor para el Gobierno. Cambiemos se llevó la mayoría en los cuatro distritos más accesibles, los que había ganado en 2015: Buenos Aires, Jujuy, Santa Cruz (donde su candidato a gobernador sacó más votos pero perdió por la Ley de Lemas) y La Rioja (donde Macri derrotó a Scioli).Y consiguió la minoría en los otros cuatro. ¿Total de senadores propios a partir de diciembre? 24 sobre 72: un tercio. El mínimo que la experiencia y la Constitución recomiendan. El número que le permite al presidente mantener un veto y evitar el juicio político. Jugada clásica, logro de manual de ciencia política. De yapa, el regreso de Cristina mete púa y podría generar algo nunca visto desde 1983: que el bloque de senadores más numeroso no sea peronista.

En Diputados, la renovación parcial dio lugar a una victoria casi inédita. Cambiemos ganó en los cinco distritos más populosos: ciudad y provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, algo que sólo había logrado Alfonsín.Y , tal como el chascomunense en 1985, con un promedio de votos que superó el 45%. En contraste, Menem perdió en esos cinco distritos en 1997, y Cristina también dos veces: en 2009 y en 2013. Pero el triunfo de Cambiemos no se limitó a las provincias más pobladas; al contrario, la marca sigue extendiéndose sin parar desde los centros hacia los bordes del país. Según el escrutinio provisorio, en el top five de los mejores porcentajes están Corrientes (55%), Entre Ríos (53%), Jujuy (51%), CABA (50%) y Córdoba (48%). Y los tres aumentos de votos más relevantes entre las PASO y las generales se dieron en Jujuy (14% de crecimiento), Río Negro (12%) y La Rioja (10%).

El poroteo en la Cámara marca un total de 61 diputados cosechados, que pasarían a conformar un interbloque de 108 entre PRO, radicales, lilitos y monobloques variopintos. Un avance respecto a dos años atrás, pero aún lejos del quórum propio. Esto es así por lo que Guillermo Molinelli, abogado de formación y politólogo de corazón, llamaba “ nuestra excéntrica renovación parlamentaria”: el recambio escalonado amortigua el impacto del resultado sobre la composición de la Cámara. Una victoria o derrota por paliza se nota sólo en una mitad de las bancas: la otra refleja la elección de dos años atrás, que en política es una eternidad. Y en Argentina, algo que algunos añoran y otros prefieren olvidar.

La renovación parcial de los diputados es una regla común en los senados o segundas cámaras. Fue diseñada para conservar, mantener y frenar. Pero en la primera cámara, o cámara popular, sólo existe en Argentina. Ganamos el mundial de parlamentos temporalmente desfasados con el humor de los votantes.

Esta elección dejó a Cambiemos frente a tres bloques peronistas, con los kirchneristas empezando en 67, el PJ en 40 y los massistas en 21. Se prevén bajas graduales en algunos de ellos. La excentricidad de la renovación parcial mantuvo al oficialismo lejos del quórum pero lo compensó con un numeroso bloque K. Lilita diría que le criogenizó al adversario perfecto.

En cuanto a Cambiemos, encarar la elección desde el gobierno facilitó la coordinación del armado y de la campaña. Una coalición entre partidos ha devenido un “partido de coalición”, término propuesto por el politólogo uruguayo Jorge Lanzaro para describir al Frente Amplio. Así, el proceso electoral renovó a Cambiemos en dos sentidos. Por un lado, lo transformó de hiperminoría en primera minoría. Por el otro, consolidó la transición de alianza a partido.

A diferencia del kirchnerismo, un macroemprendimiento familiar, Cambiemos es una marca y no un apellido. Es competitivo aún con candidatos desconocidos porque su éxito se define antes de la elección. En el cierre de listas se cumplen dos requisitos: unificar el campo no peronista y seleccionar centralizadamente a los candidatos más ajustados a la estrategia nacional, con independencia del subpartido al que pertenezcan.

La Argentina no peronista hoy tiene un nuevo partido, y sabe cómo usarlo.

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