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Los desafíos de Guterres

Guterres
Guterres
24 noviembre de 2016

(Columna de Gino Pauselli)

La ONU deberá no sólo abordar la agenda que la realidad le impone, sino adaptar la institución a los nuevos tiempos.

Después de varios meses del proceso de selección más transparente en la historia de las Naciones Unidas, António Guterres fue elegido como el próximo secretario general de la organización. Será el primero que, antes de ocupar el cargo, se haya desempeñado como jefe de Gobierno de un país (Kurt Waldheim fue presidente de Austria después de ser secretario general de la ONU).

El puesto requiere combinar labores de burocracia y liderazgo. En ese sentido, el ex primer ministro portugués tiene la experiencia de gestionar con buenos resultados una organización internacional, al haber sido el titular del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) durante diez años. Durante su paso por el ACNUR, Guterres cosecha como logros el haber incrementado la efectividad y capacidad de respuesta de la organización.

A su vez, en su historial político se puede observar que posee las características de un líder comprometido con valores e ideales: fue muy activo en la Internacional Socialista, fundó el Consejo Portugués para Refugiados y fue presidente de una asociación encargada de implementar proyectos sociales en barrios carecientes de Lisboa. Además, al ser el primer político en asumir el cargo (los otros secretarios general han provenido del mundo de la diplomacia), Guterres posee carisma, elemento que suele estar ausente entre los funcionarios diplomáticos, y algo que Ban Ki-moon no poseía.

En la elección de Guterres se privilegió un candidato que pueda llevar cambios internos en la organización frente a otros candidatos que representaban la continuidad de Ban Ki-moon (como fue el caso de Susana Malcorra). Quienes siguen de cerca el trabajo de Naciones Unidas podrían preguntarse cómo un secretario general puede generar algún tipo de cambio.

La acción de las Naciones Unidas no puede ser entendida independientemente de la acción y voluntad de los Estados miembro. Por tal motivo, gran parte de las decisiones que se dicen provienen de Naciones Unidas no son más que decisiones consensuadas por los Estados, o por la mayoría de ellos. Además, en la actualidad, ya no son sólo los estados los actores que influyen en la organización. En los últimos años la ONU se ha abiertos a actores no estatales, como organizaciones de la sociedad civil y empresas. Sumado a esto, el secretario general tiene muy poco poder duro dentro de la organización. Sin embargo, la personalidad de quien que ocupa este cargo puede llenar este vacío con poder blando. Por ejemplo, las misiones de paz de Naciones Unidas y la doctrina de responsabilidad de proteger fueron innovaciones que se debieron, en gran parte, a la capacidad de persuasión que tuvieron dos secretarios generales de la ONU en su momento.

¿Por qué se ha buscado un candidato con estas características en este momento? Para dar respuesta a esta pregunta es necesario remontarse a los pilares básicos de la organización: paz y seguridad, desarrollo, y derechos humanos.

Durante la Guerra Fría, el foco de atención estuvo puesto en la paz y seguridad internacional. Con la desaparición de la Unión Soviética, los temas de desarrollo y Derechos Humanos se metieron con mayor peso en la agenda de Naciones Unidas.

Frente a la agenda que el mundo le impone a la organización, ésta puede 1) movilizar respuestas a las crisis, 2) proveer un lugar para la discusión (muchas veces sobre temas de largo plazo), 3) proveer recursos y experiencia para ayudar a los estados a cumplir sus obligaciones internacionales, 4) establecer normas internacionales, y 5) determinar agendas de acción. En otras palabras, su rol en la política internacional es ser un foro en donde los Estados puedan ponerse de acuerdo sobre cómo crear o conservar bienes públicos globales, en los fenómenos que no pueden ser abordados solamente por uno o un pequeño grupo de estados.

En la actualidad, el fenómeno que requiere una pronta y efectiva solución internacional es la crisis migratoria. En lo que es la mayor crisis migratoria global de la historia, millones de personas están siendo forzadas a migrar de sus países de origen. Guterres entiende, acertadamente, que los conflictos que enfrenta el mundo están interrelacionados, con varias causas comunes e, incluso, causados entre sí. Las tres principales causas de esta crisis migratoria son los conflictos bélicos (Siria, Libia, Irak), las necesidades económicas de las personas (una porción muy importante de los migrantes proviene de países con economías frágiles) y el cambio climático. El nuevo secretario general deberá buscar gestionar el rol de Naciones Unidas en la acción frente a los desplazados y el ataque a las causas de estos desplazamientos a partir de herramientas y marcos de acción que ya existen, como la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenibles y el Acuerdo de París.

A estos desafíos, para los cuales existen algunas herramientas para abordarlos, se suma la crisis de credibilidad que sufre el orden liberal internacional y la globalización. La ONU es uno de los pilares del orden internacional liberal que construyó Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y que tuvo una gran aceptación en la comunidad internacional. En la actualidad, el orden internacional liberal se ve desafiado por el surgimiento de nuevos polos de poder que no necesariamente comparten los valores internacionales ni adhieren completamente a las reglas de juego del sistema. Además, las sociedades de diversos países se volvieron críticas hacia el rol de los especialistas, las instituciones democráticas liberales y las organizaciones internacionales. Cada vez es mayor la percepción de que estas últimas limitan la capacidad de acción de los estados y restringen su autonomía (sucedió en el Reino Unido con el Brexit o con el discurso de Trump sobre la OTAN).

Los cambios que se buscan en Naciones Unidas no solamente están orientados a poder abordar la agenda que la realidad le impone a la organización, sino adaptar a la organización a los nuevos tiempos y demandas de las sociedades. Son las sociedades, las que explícita o implícitamente, demandan reformas. Los estados, por más críticos de Naciones Unidas que sean, son conscientes que, aunque no es perfecta, es necesaria, motivo por el cual no se van de la ONU: todas las organizaciones con aspiraciones de estatalidad quieren formar parte y la tasa de abandono de la organización es nula.

Una serie de mejoras pueden venir de reformas en la organización, pero otras deben venir de los propios Estados miembros. En este sentido, las críticas de ineficacia de la organización muchas veces están relacionadas con cuestiones ajenas a la gestión y organización burocrática de Naciones Unidas. Uno de los pasos más importantes para que la ONU pueda cumplir con su rol en la política internacional es que los estados cumplan con sus obligaciones ante la organización y derivadas de la organización.

La elección del nuevo secretario general genera optimismo en cuanto puede ser fuente de nuevas ideas y carisma necesarios para implementar reformas al interior de la organización. Pero esto no es suficiente. La dinámica internacional y la propia lógica de una organización interestatal llevan a que Naciones Unidas tenga déficit de eficacia. Sin embargo, el mayor desafío es evitar que estos déficit se traduzcan en una crisis de legitimidad frente a las sociedades.

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