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Los cuatro ases del peronismo

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21 noviembre de 2016

(Columna de Joaquín Múgica Díaz)

El PJ se rearma contrarreloj ante de las elecciones legislativas del 2017. ¿Quién será el líder en la nueva etapa?

El peronismo atraviesa un período de reestructuración interna. Un proceso normal para un partido que perdió las elecciones nacionales y que por primera vez en 28 años se quedó sin la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Ambos golpes generaron consecuencias inmediatas y profundas. El PJ se desmembró, los legisladores comenzaron a alejarse del kirchnerismo y los intendentes se dividieron en cuatro grupos. De esa forma, el poder territorial se atomizó mientras Mauricio Macri disfrutaba del respaldo electoral obtenido.

Los últimos meses del 2016 parecen estar marcados por la espera y la ansiedad. Los dirigentes que conforman el enorme mundo peronista trabajan sigilosamente para rearmar una estructura que se desmoronó por un sinfín de errores estratégicos. Todos ellos entienden que el peronismo necesita un nuevo líder. La organización y la unidad, bajo una nueva conducción, es la única manera de mostrar una opción competitiva en el 2019. Aunque los nombres propios y conocidos abunden en los laberintos del PJ, actualmente hay solo cuatro dirigentes que pueden pelear por la conducción del partido y por una candidatura en las elecciones legislativas. Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Florencio Randazzo y Sergio Massa son los cuatro ases del peronismo. Las cartas valiosas que pueden cambiar la historia de la partida.

La ex-Presidente mantiene en vilo a los jugadores de este póker justicialista. En los pasillos del Congreso, en las oficinas de la Casa Rosada y en los municipios de la provincia se preguntan si jugará o no en los comicios de 2017. Y si juega, ¿en qué lugar lo hará? ¿Será candidata a senadora nacional? ¿Y si decide pelear por una banca en la Cámara de Diputados? ¿Candidata por Buenos Aires o Santa Cruz? Las preguntas se repiten mientras Cristina mantiene su perfil alto entre las cataratas de tuits en las redes sociales y sus visitas a los Tribunales de Comodoro Py.

Su figura aún concentra la adhesión de un sector del electorado. Lejos de aquel 54% del 2011 pero suficiente para pelear un lugar en las bancas que se ponen en juego. Pero una de las dificultades de Cristina reside en la falta de respaldo interno. La mayoría de los intendentes, el bloque justicialista en el Congreso y los gobernadores que renovaron sus mandatos consideran que su etapa como líder se terminó. Por eso trabajan para elevar a otros candidatos y ampliar la representación del sector que está más lejos del kirchnerismo.

Cristina no da demasiadas pistas sobre una posible candidatura. Pero habilita el respaldo al último candidato a presidente por el PJ. Con el paso de las semanas, Daniel Scioli comenzó a posicionarse como el posible representante del kirchnerismo duro en la interna. “Cristina no tuvo la suerte que tuvo Néstor con el vicepresidente”, dijo Máximo Kirchner el día que encabezó el acto en homenaje a su padre en La Matanza, a seis años de su fallecimiento. A pocos metros lo escuchaba el ex gobernador. Su mensaje fue un respaldo para Scioli y no un ataque para Cobos. Una forma de abrazar al único dirigente que puede representar al espacio si la ex-Presidenta decide no ser parte de la boleta.

El kirchnerismo se reinventa a pesar de la tozudez y el autoritarismo que lo distinguen. Un año después de las elecciones en las que Cristina eligió a Aníbal Fernández y Carlos Zaninni, dos de los ex funcionarios con mayor imagen negativa en el electorado, para acompañar a Scioli en la boleta, la forma de tratar al ex gobernador cambió. Ya no lo dejan solo ni le quitan apoyo. Ahora es el momento de acunarlo y acompañarlo para posicionarlo como candidato. Una lógica cruel que les conviene a los dos.

Scioli se muestra activo. Con críticas a la gestión de Macri y tratando de esquivar las esquirlas de las causas judiciales que acechan a su entorno, se mantiene presente en la vida política e intenta promocionarse como un líder capaz de aglutinar voluntades. Sus armas son las mismas de siempre: su imagen, cada vez más deteriorada, y la base de votos que el kirchnerismo aún mantiene en el conurbano. El ex gobernador y la exPresidenta se necesitan. Si no logran retomar el liderazgo del peronismo, su influencia en el armado quedará reducida. Pasarán a ser historia.

El nombre para liderar el PJ que quieren los que están más alejados del kirchnerismo es Florencio Randazzo. El ex ministro del Interior mantiene reuniones semanales con intendentes bonaerenses y con los dirigentes de mayor trascendencia en el partido. A todos les pide lo mismo: unidad y orden. Está decidido a jugar por fuera del kirchnerismo y si se tiene que enfrentar a Cristina o a Scioli en una interna, lo hará. Pero su convencimiento aún no se tradujo en una declaración pública, ni en una señal clara de que será candidato. El ex ministro de Cristina es la esperanza de aquellos dirigentes que quieren dejar anclado en el pasado a los Kirchner. Una opción moderada, con perfil de gestión y mayor capacidad de diálogo. Pero Randazzo aún se mantiene en las sombras. Seduce a los intendentes con el fin de generar una estructura territorial en la cual apoyarse ante una posible competencia con el sector más kirchnerista.

Sergio Massa es el cuarto nombre importante en la interna peronista. El diputado nacional se mantiene alejado de la pelea porque en su ausencia se basa uno de los puntos de su estrategia. Apuesta a esperar y juntar al peronismo anti kirchnerista, si es que Randazzo finalmente decide no participar. En ese caso, cree que su figura funcionará como un imán para los que consideran que Cristina y Scioli son parte del pasado. Mueve sus fichas con tranquilidad porque la estructura partidaria que armó por afuera del PJ le dio buenos resultados, pero sabe que si en un futuro quiere ser presidente, deberá quedarse con votos del peronismo.

El momento que transita el peronismo le brinda tiempo al oficialismo para preparar y elegir un candidato consistente. Pese a tener esa ventaja, Cambiemos aún no tiene ningún opción mejor que Elisa Carrió, una dirigente de doble filo que suele variar en las encuestas. Mientras que Macri y su gabinete se preparan para una elección clave, los dirigentes del PJ esperan que el partido se ordene rápidamente. Necesitan rearmarse para recuperar, poco a poco, el poder dilapidado.

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