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Sopa de politólogos

21 agosto de 2011

Los resultados de las primarias pusieron en un brete a todos los los analistas políticos.

Córdoba, 28 de julio de 2011: comienza el Décimo Congreso Nacional de Ciencia Política y una larga mesa de pizzas recibe a treinta participantes, que celebran el cumpleaños de uno de ellos. Varios de los comensales son reputados profesores en la Argentina o en el exterior y, en consecuencia, se habla de fútbol.

Por eso el ex vicerrector de la Universidad de Salamanca y el presidente de la Asociación Uruguaya de Ciencia Política, que integran la comitiva, se sorprenden cuando sus colegas locales comienzan a discutir. Uno, aguerrido, defiende al Gobierno Nacional con un arsenal de argumentos razonables; los demás, igualmente sanguíneos, lo acorralan con críticas aparentemente superiores. Hasta que en cierto momento el acosado, encogido en su silla, estalla: ¿Pero ustedes vieron lo que son los otros?. En ese momento se acabó la discusión; serenamente, cada uno volvió a su fainá, a su cerveza y a soplar las velitas.

El domingo 14 fue el electorado el que vio lo que eran los otros y actuó en consecuencia. ¿Para qué seguir discutiendo? Las primarias dejaron muchos heridos, pero los más machucados no fueron los políticos sino quienes los estudian. Mejores pronosticadores apenas que los economistas y los meteorólogos, los politólogos se verán en un brete para justificar sus análisis previos. A continuación se detalla la lista de víctimas.

1) Los primeros afectados por los resultados son los que vienen insistiendo desde hace años con que en la Argentina rige un sistema bipartidista. Quizás se lo merezcan por dejarse traicionar por sus deseos. Por supuesto, algunos alegarán que siempre adjetivaron: que el bipartidismo era asimétrico, o peronista-y-medio, o limitado a algunas arenas de competencia como la presidencia y las gobernaciones. Otros dirán

que en estas elecciones no se decidía nada, o que lo que cuenta son las bancas y no los votos. Puede ser; pero el 70% recogido por los tres candidatos peronistas pone en duda la existencia de un otro significativo. En palabras de Mario Wainfeld, hay un vacío en el podio.

2) Los que repiten la letanía de la pulverización del sistema de partidos tampoco quedan bien parados. ¿Cómo se puede hablar de pulverización cuando un partido supera el 50% de los votos? Intentarán retorcer el argumento alegando que la oposición está pulverizada, lo cual se torna evidente a la razón. Pero eso es una característica de algunos actores y no del sistema.

3) Más impactante es el golpe recibido por los exégetas de la desnacionalización partidaria. Su argumento era que en los últimos años se han acrecentado las diferencias interprovinciales en términos de los partidos que compiten y los resultados que obtienen.Y, sin embargo, es difícil imaginar un fenómeno más nacionalizado que la paliza del domingo 14. El oficialismo ganó en todos los distritos menos en uno; el radicalismo salió segundo en dos tercios de las provincias, y en diecinueve de ellas su porcentaje se encajó dentro del primer decenio. Más homogéneo que eso, sólo el desempeño no positivo de la lista de Pino Solanas.

4) ¿Y qué decir de los abogados de la normalización ideológica alrededor del eje izquierda-derecha? El domingo ganaron los que reprimen a los indios en Formosa, los que matan pobres en Jujuy, los chicos de La Cámpora, el moderado Scioli y la progresista Cristina: todos en nombre del mismo partido. Confiar en categorías políticas europeas con dos siglos de antigüedad y entender a la Argentina peronista son esfuerzos incompatibles.

5) Por fin, corresponde mencionar a los profetas de los movimientos sociales y a sus rivales, los apologistas del retorno sindical. El impacto electoral de los piqueteros, sean onda D'Elía o raza De Angeli, fue nulo ? en el mejor de los casos?. La exigua influencia de los caciques gremiales fue aún más estridente: Hugo Moyano se resfrió y siquiera pudo votar.

La primera conclusión es que en la Argentina hay muchos peronistas y demasiados politólogos. Uno de los pocos analistas que acertó con el diagnóstico es Juan Carlos Torre, quien hace tiempo explicó que la crisis de 2001 había afectado sólo a la mitad del sistema político ? los que denominó “huérfanos de la política de partidos?”. Lo que Torre no previó es que, en una década, esa mitad encogería a un tercio. La incógnita es si la tendencia continuará hasta darle la razón al General: “¿Peronistas? Eso son todos”.

(De la edición impresa)

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