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La UCR le teme a la licuación

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04 julio de 2016

La relación del radicalismo con el PRO, que es asimétrica, transita por distintos carriles y se empieza a pensar en 2017.

La relación entre el PRO y la UCR transita diversos carriles. Y, sin lugar a duda, es asimétrica. Los radicales se enfrentan a un doble desafío ya que por un lado deben preservar su identidad dentro de un espacio oficialista en el cual son socios minoritarios y por otro deben ayudar al éxito de un Gobierno porque su fracaso los arrastraría. Algunos piden mayor participación en el Gobierno y ser consultados antes de las decisiones importantes. Otros creen que hay que aceptar que el partido no tiene el poder suficiente para ocupar un espacio mayor al que detentan. De eso se hablará en la cumbre convocada para el 7 de julio en Tucumán.

Para el PRO la situación es más sencilla por cuanto tiene los principales cargos del gobierno, es el socio mayoritario de la coalición y no tiene una tradición partidaria que preservar.

Esto lleva a dos actitudes distintas porque mientras los radicales piensan en cómo mantener su identidad dentro de Cambiemos, en el PRO piensan menos en su propio partido y más en el fortalecimiento de Cambiemos como estructura política de sostén del Gobierno.

En la UCR quieren hacer valer su estructura federal, su identificación los valores republicanos y su ética austera y señalan que no figuran dirigentes de peso en los Panama Papers, con cuentas en paraísos fiscales o contratos de dólar futuro.

La relación se da en distintos planos: en el Congreso, en el gabinete, en el vínculo del Gobierno con los gobernadores radicales y en la caso de provincia de Buenos entre la gobernadora macrista y los intendentes radicales. Cada una de ellas tiene su propia dinámica.

En el ámbito parlamentario la alianza que se expresa en el interbloque Cambiemos funciona sin fisuras. Los legisladores radicales y macristas defienden las iniciativas del Ejecutivo con la misma intensidad y votaron sin ninguna disidencia en todos los temas.

En el gabinete nacional hay ministros de origen radical pero Mauricio Macri dejó claro de entrada que no se trataba de un gobierno de coalición y por lo tanto esos funcionarios no tienen un tratamiento diferente a los del PRO. Algo similar ocurre con los tres gobernadores radicales que se relacionan con el Gobierno Nacional en los mismos términos que lo hacen otros mandatarios provinciales porque está caro que la Casa Rosada quiere jerarquizar ese vínculo. De todas maneras, a los gobernadores radicales se les hubiesen complicado mucho sus gestiones con un gobierno nacional en manos del peronismo.

La relación de María Eugenia Vidal con los 41 intendentes radicales es muy fluida. Para la gobernadora son socios importantes porque si bien ?salvo excepciones? gobiernan distritos chicos representan dos tercios del total de jefes comunales de Cambiemos. Antes de las últimas elecciones, los intendentes radicales en la provincia eran 14 y por lo tanto su crecimiento fue producto del acuerdo con el PRO y por eso lo defienden. Un veterano dirigente radical sostiene que ningún intendente dejará al partido salvo si la UCR quiere romper el acuerdo. Es decir que quieren ser radicales, pero dentro de Cambiemos.

LA OFERTA DE 2017

Pronto se abrirá una etapa de negociaciones para conformar las listas de candidatos a legisladores en todo el país porque nadie piensa en utilizar el mecanismo de las PASO para definir la cuestión. La preocupación de los radicales es quedar licuados en la medida en la que el PRO le respete sus actuales lugares pero, a su vez, se quede con la mayoría de las bancas que se obtengan si, como se supone, Cambiemos gana las elecciones legislativas del año próximo. Quieren evitar que el crecimiento en el número de bancas del oficialismo tenga un excesivo sesgo PRO. No les será fácil de lograrlo en el ámbito nacional y tampoco en el caso de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires en la cual Cambiemos arriesga poco ya que sólo renueva 3 senadores y 9 diputados por lo cual tiene un amplio margen para crecer. En el Congreso Nacional, la UCR y el PRO tienen un número de bancas similar en Diputados pero luego de las elecciones del año que viene el macrismo podría prevalecer. Al mismo tiempo se reduciría la ventaja radical en la Cámara Alta teniendo en cuenta que, por ejemplo, elige senadores la provincia de Buenos Aires en la cual la gobernadora tendrá la palabra definitiva.

De todas maneras, algunos radicales sostienen que el partido no puede aparecer como una estructura política que se limita a pedir cargos públicos y lugares en las listas. Y que deberían pensar no tanto en que pedirle al Gobierno sino en que ofrecerle. Pero ese no es un desafío sencillo por cuanto a la UCR no le sobran cuadros de gobierno. A su vez, no parece ser que Macri piense en los radicales a la hora de cubrir los cargos en su administración. Los valora como socios pero asume que pertenecen a una cultura distinta.

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