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En Europa cada vez son menos (los progres)

05 agosto de 2011

(Publicado en la edición nº37)

Si el PP gana en España, los seis países más poblados del continente estarán en manos de la centroderecha.

No son buenas épocas para los partidos de izquierda y progresistas en Europa. Sólo cinco de los 27 países de la Unión Europea (UE) tienen un líder progresista: España, Grecia, Eslovenia, Chipre y Austria. Noruega también tiene un primer ministro socialista, pero no forma parte del bloque regional. España, sin dudas, es el gran pez: su población supera ampliamente a la de los otros cinco países sumados.

Por el contrario, las autoridades de los países más poblados e influyentes de la UE (Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y Polonia, en ese orden) se ubican del centro hacia la derecha. Forma parte de otra discusión indagar si, efectivamente, los encasillamientos izquierda-derecha implican formas distintas de administrar lo público y el país en general.

La tesis que sostengo es que en la fase ascendente del ciclo económico, las diferencias de un gobierno progresista con uno de centroderecha son mayores: el Estado cuenta con mayor poder de fuego fiscal y el gobernante con más legitimidad para impulsar medidas e introducir cambios. La época de la segunda posguerra, cuando se construyeron los Estados de Bienestar, es un ejemplo. Otro momento fue a finales de los '90, cuando todos los gobiernos europeos, a excepción de dos, tenían mandatarios de centroizquierda. Por el contrario, en épocas de vacas flacas, estos gobiernos se desdibujan y pierden su identidad. En el caso español está claro: en los últimos meses, por ejemplo, Zapatero debió eliminar algunas de las políticas sociales más progresistas que había puesto en marcha en los años precedentes.

Todo indica que el quinto país en cantidad de población (España) virará para ese lado el 20 de noviembre (20-N) cuando el Partido Popular (PP), encolumnado detrás de la candidatura de Mariano Rajoy, se enfrente en las urnas al oficialista Partido Socialista Obrero Español (Psoe), que llevará a Alfredo Pérez Rubalcaba en la boleta.

El actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, muy golpeado por la crisis económica, había anunciado hace algunos meses que no se presentaría en las elecciones que, en un principio, estaban planeadas para 2012. Días atrás, Zapatero anticipó cuatro meses las elecciones.

Seguramente pesó, en los cálculos del líder socialista, la conveniencia electoral de su

partido. Cuanto antes se hagan las elecciones más chances tendrá su partido, parece haber sido la lógica detrás de la decisión. ¿Será porque la situación económica empeorará aún más antes de mejorar? Rubalcaba, ex número dos de Zapatero y doctor en Química, tiene una vasta trayectoria en el partido: ingresó en 1974, cuando el actual presidente era un pueril bachiller.

Enfrenta estará el reincidente Rajoy, quien perdió contra Zapatero en 2004 y en 2008. Pero ahora, el socialismo está mucho más debilitado que en esas ocasiones (en mayo, perdió por goleada en las elecciones region. Todo indica que, para Rajoy, la tercera sí será la vencida. Las encuestas muestran al líder del PP por encima del 45% de los votos mientras que su rival rondaría el 30%. Sin embargo, las encuestas (en todo el mundo y ahora más que nunca) deben tomarse con pinzas.

La comodidad de estar arriba en los sondeos llevará a que Rajoy haga una campaña

más tranquila y menos agresiva. La economía, y el desempleo (ronda el 20%), serán los principales issues de campaña. Por más que los socialistas digan que la burbuja inmobiliaria (la cual, cuando explotó, produjo la feroz recesión actual) comenzó a gestarse durante los dos mandatos de José María Aznar (1996-2004), lo cierto es que explotó en las manos de Zapatero. También es cierto que la crisis está por cumplir su tercer aniversario y nada indica que las reformas puestas en marcha por Zapatero hayan puesto al país en el camino de una sólida recuperación. En su mayoría, los españoles creen que el PP está más calificado para “manejar” la economía y eso será fundamental para sus ambiciones de llegar a La Moncloa.

Los países más afectados por la Gran Recesión 2008-2009 son terreno fértil para la oposición. Pero, atención, también hay que sumar que estos escenarios son terreno propicio para el descontento sistémico (desde las huelgas casi diarias en Grecia a los “indignados” españoles) que se asemeja al “que se vayan todos” criollo y que constituye un llamado de atención a los políticos en general.

VARIOS ANGULOS

Repasemos la situación política en los otros Pigs. En Portugal, el prometedor primer ministro José Sócrates fue derrotado en junio por la centroderecha. En Irlanda, las elecciones de principios de año marcaron el ascenso de otro centroderechista: Enda Kenny. Por necesidad más que por convicción, Kenny orquestó una coalición el Partido Laborista como socio menor. Por último, está Grecia; sin dudas, el país más afectado por la crisis. Como Portugal y España debió acudir a las arcas de los países ricos de la región (Alemania y Francia, principalmente) y del Fondo Monetario Internacional para no arrebatarle, hasta ahora, el récord a la Argentina del default soberano más importante de la Historia. ¿Qué se puede esperar del primer ministro George Papandreou, que llegó al poder en 2009, y del socialismo griego? Difícilmente se quede en el poder por mucho tiempo.

Más que un reformismo progresista, esas sociedades parecen estar demandando una vuelta al viejo orden. Esta tendencia se da en simultáneo con el ascenso de las preferencias nacionalistas, reaccionarias, antieuropeístas y antiinmigratorias en la vasta mayoría de Europa, banderas que la derecha siempre expresó mejor. No es de extrañar, por ello, que se estén erosionando los clivajes políticos de clase también. Una encuesta reciente muestra que el candidato más votado entre los obreros franceses, en caso de que las elecciones fueran hoy, sería la ultraderechista Marine Le Pen.

Pero no todo está perdido para el progresismo europeo. Por un lado, porque los líderes de derecha o centroderecha tampoco pasan por un buen momento político. Esto se aplica a Angela Merkel (cuya coalición perdió caudal electoral en las recientes elecciones regionales), David Cameron (sacudido por su ligazón con el imperio Murdoch y la débil situación económica), Nicolás Sarkozy (que enfrentará elecciones difíciles en 2012) y el inoxidable Silvio Berlusconi (que acumula escándalos, pero resiste).

La política es cíclica. Por lo tanto, sería erróneo dar por muerto al progresismo europeo. Seguirá siendo una fuerza electoral competitiva. En algún momento, volverá a gobernar en los grandes países europeos. Por ahora, empero, deberá adecuar sus estrategias y esperar en el banco de alternancias.

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