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Aliada incómoda y reparo

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15 abril de 2016

(Columna de Néstor Gabriel Leone)

Fiel a su estilo, Elisa Carrió, cofundadora de Cambiemos, inquieta a Mauricio Macri y juega a ser sostén moral de su gobierno.

En pocas horas y sin muchos reparos, Elisa Carrió desató una sucesión de críticas respecto de ciertos personajes ligados al Presidente que considera poco pertinentes y respecto de algunas de sus medidas de política económica, y causó zozobra. Mucha. Al interior de la coalición de gobierno que contribuyó a fundar hace menos de un año y, sobre todo, en el círculo más próximo a Mauricio Macri. Un llamado telefónico, una convocatoria a la Quinta de Olivos y una reunión ciertamente tensa que sugirió Ernesto Sanz, el otro engranaje de Cambiemos, permitieron apaciguar los ánimos y le dieron vía libre para explorar, de nuevo, otra de las dimensiones que Carrió ha hecho suya: ofrecerse como resguardo para amortiguar o neutralizar críticas hacia el Gobierno.

Las menciones de Macri entre los empresarios con cuentas en paraísos fiscales, que dieron a conocer los ya célebres Panama Papers, mostraron de nuevo este doble juego de la dirigente de la Coalición Cívica. En menos tiempo, incluso. Primero, la demanda de explicaciones a su socio. Luego, la defensa cerrada de la inocencia del Presidente al “certificar” que los documentos chequeados en privado por ella dan fe de su situación, más allá de las controversias generadas por el caso y lo insatisfactorio que resultaron para buena parte de la oposición política las aclaraciones públicas ofrecidas hasta aquí. Eso sí, no se privó de fustigar contra Néstor Grindetti, actual intendente de Lanús por la alianza Cambiemos y exsecretario de Hacienda de Macri en el gobierno de la Ciudad.

Ese juego de Carrió está, de alguna manera, en su naturaleza política. Lo mismo, cierta habilidad demostrada en su itinerario político para establecer acuerdos con grado variable de suerte electoral y, al mismo tiempo, cierta facilidad para echarlos por la borda o dilapidarlos a poco de andar. Cuestiones, por cierto, que no dejan de preocupar al interior de Cambiemos y que presuponen, para ella, un trato especial, aunque ese trato no signifique necesariamente ceder ante sus reclamos. La decisión de la diputada de cambiar su domicilio desde la Ciudad hacia la provincia de Buenos Aires con el objetivo de disputar un escaño por ese distrito parece un indicador de que tensar la cuerda no implicará romperla. Aunque en su mayoría son conscientes de que puede traerles más de un dolor de cabeza. Sobre todo en momentos de impacto crecientemente lesivo de las políticas implementadas y de necesidad por consolidar la coalición de gobierno.

DERROTERO

Carrió fue protagonista, como se dijo, de un largo itinerario político, fructífero en términos de hechos resonantes, pero con resultados zigzagueantes en cuanto a productividad política. Con mucho protagonismo mediático y construcciones evanescentes. Desplazándose lábilmente por buena parte del arco ideológico y procurándose golpes de timón, cambios raudos de aliados políticos y declaraciones estentóreas. Desde su ascendente ARI hasta la Coalición Cívica, desde su ruptura con la Alianza al acuerdo en Cambiemos. Desde su inquina con los Kirchner hasta esta relación ciertamente cordial con Macri.

Pródiga en desmesuras e histriónica, Carrió fue haciendo de sus denuncias sobre corrupción y malas artes en el oficialismo de turno una de sus armas predilectas. Pero no sólo hacia allí acostumbró a apuntar sus dardos y a teledirigir sus aporreos. Eventuales aliados y seguros competidores del (entonces) heterogéneo universo opositor también tuvieron los suyos. Recurrentes, impiadosos a veces. Todo, desde el altar donde siempre le gustó parase para mirar por encima del resto. Todo, desde una dimensión moral que se encarga de negar abiertamente lo ideológico y, por ende, subestimar en demasía lo político, entendido esto como construcción de estructuras adecuadas para disputar poder.

De todos modos, tuvo en 2015 su momento para solazarse. Como parte del acuerdo en Cambiemos con el PRO, fuerza a la que Carrió no había dudado en cuestionar en reiteradas ocasiones. Su actitud decidida de campaña, por cierto, no sirvió tanto para sumar voluntades, dado su bajo caudal de votos en la elección primaria, como para amortiguar las críticas que cayeran sobre Macri. Como forma de protegerlo, por caso, de algunos de aquellos improperios que también ella había trajinado. Como forma de respaldarlo, desde su lugar de denunciadora legitimada por la opinión pública, de cualquier cuestionamiento sobre aspectos morales o políticos que pudieran afectar el potencial electoral del acuerdo.

LA DEFENSA

La relación con Macri sorprendió hasta aquí a propios y extraños. No sólo dijo en varias ocasiones que se sentía representada por este gobierno, sino también que estaba dispuesta a defenderlo. Como propio. No faltaron, por caso, algunas críticas. Pero lejos de las declaraciones altisonantes acostumbradas. Por caso, cuando hizo referencia a la quita de retenciones a la minería, al desplazamiento de Graciela Bevacqua como directora del Indec o la designación inicial, sin pasar por el Parlamento, de dos nuevos miembros para la Corte Suprema. Pero, para balancear, allí estaban los halagos al discurso en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso (y las menciones a la “herencia recibida”) y el apoyo al pago a los fondos buitres.

No obstante, llegó la seguidilla de cuestionamientos. Más duros esta vez. Y contra personajes muy vinculados a Macri. Por un lado, hizo referencia a la relación del Presidente con Nicolás Caputo. Para el caso recomendó que el empresario se despojara de las firmas y actividades que pudieran generar situaciones polémicas. Por el otro, arremetió contra Daniel Angelici, el actual presidente de Boca, a quien le endilgó ser el “operador” de Macri en la Justicia. Pero pareció ir más allá aún cuando caracterizó a los ajustes de tarifas como “brutales” y señaló que había intentado evitarlos, pero sin suerte. Dardos, todos, al corazón de la nueva gestión. De ahí el llamado telefónico, la convocatoria a la Quinta de Olivos y la reunión con Macri y Sanz.

La actitud de Carrió durante los días posteriores marcó, por un cierto, un impasse en los cuestionamientos. Para ofrecerse como resguardo para amortiguar o neutralizar esas y otras críticas. Pero sin dejar tranquilos al círculo más próximo de Macri. Y a los socios en Cambiemos. La dinámica interna de la coalición de gobierno marcará el derrotero de la relación. La suerte de la política económica, también.

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