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Los padres de la Patria

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23 marzo de 2016

El numeroso bloque del PJ-FpV en el Senado ha resistido indemne al camino de la fractura. ¿Por qué?

“Quiero un Senado de los padres de la Patria. Hay hombres con mucha experiencia”

Luis Barrionuevo al ser electo senador nacional

El peronismo se encuentra en una transición inédita desde la derrota que en 1983 inauguró nuestra democracia. El tamaño y la complejidad de esta transición es el espejo del tamaño y la complejidad de la derrota que el peronismo sufrió en manos de Cambiemos e incluye, al igual que en 1983, dos elementos: la derrota en la provincia de Buenos Aires y su condición de supremacía en el Senado de la Nación.

Lo inédito es que, producto de la distribución geográfica de los votos justicialistas y del ciclo de renovaciones parciales de la cámara, el bloque PJ-FpV goza hoy de una preeminencia inédita: con sus aliados alcanza la contundente cifra de cuarenta y dos senadores, a sólo seis bancas de los dos tercios, lo que convierte a la fuerza en arbitro indiscutido de la Cámara Alta.

Como en toda transición en el peronismo, hoy la pregunta clave que nos debe permitir leer lo que ocurre es dónde se encuentra el poder. Diseminado el centro del liderazgo, que en la etapa anterior se ejerció desde la Presidencia de la Nación, el peronismo ingresa en una etapa de disputas por reconstituir ese centro de atracción política. Esa lucha se libra entre diferentes sectores y actores y, en condiciones en las que ninguno logra reconstituir ese centro de liderazgo, aparecen las fracturas y las divisiones.

Por su naturaleza institucional, y en condición de ejecutivos con minorías parlamentarias, los bloques legislativos son lugares donde esas fracturas surgen más claramente: en la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, en la Cámara de Diputados de la Nación y la crisis en la que se encuentra su homónima en la provincia de Buenos Aires son prueba de ello.

En este contexto y con el proceso transicional del peronismo a flor de piel sólo el bloque de la Cámara de Senadores de la Nación ha resistido indemne al camino de la fractura. La respuesta de por qué el Senado resiste hasta hoy esa tendencia centrífuga es multicausal y muy diversa.

Por un lado, es el único espacio institucional en el que el peronismo cuenta con una mayoría tan abrumadora que lo coloca como primera mayoría, ostentando quórum propio y, en este caso, cerca también de poder conformar mayorías calificadas y, sobre todo, de bloquearlas totalmente. Esta condición es estratégica porque convierte al Senado en la principal trinchera institucional para un peronismo que se ubica ahora en la oposición.

Por otra parte, en el Senado la representación de los sectores alineados con la ruptura de Sergio Massa no existen o son poco relevantes, según la interpretación que se prefiera. Ese elemento es central ya que reduce los actores en disputa en la transición del peronismo y, además, permite al contingente legislativo alineado con los gobernadores justicialistas ser la única opción de negociación del Gobierno de Mauricio Macri.

A su vez, la estructura interna del bloque difiere enormemente al de otros espacios legislativos: el bloque es conducido por una mayoría de senadores alineados con los gobernadores de las provincias o con los sectores más tradicionales y menos identificados con el liderazgo de Cristina Fernández.

Esto significa que, en rigor, es este el sector que debe contener y conducir a los senadores aún identificados con el kirchnerismo cristinista. El hecho de que la conducción central del kirchnerismo no haya podido nunca gravitar en la conformación de las listas de senadores como lo hizo con su contraparte en Diputados explica esa fisonomía y, también, justifica la lectura de los gobernadores y los sectores mayoritarios del justicialismo: lo que vemos hoy es una sobrerrepresentación de sectores sin representación política legítima, que fue producto de la voluntad de Cristina Fernández de colocarlos allí.

Finalmente, el contexto político también obró en favor de la unidad del bloque: las aprobaciones de los pliegos enviados por el Presidente, incluyendo la discusión de las dos vacantes para la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la discusión para la integración de las comisiones, fueron determinantes para sostenerla. Cuando la unidad garantiza mayores beneficios, sostener una posición dominante se vuelve un valioso incentivo para mantenerse unidos.

Nos encontramos a las puertas de una discusión que promete poner a prueba este axioma. La discusión sobre el acuerdo del Gobierno con los holdouts amenaza hoy más que nunca la unidad de los senadores. La discusión, en verdad no es ideológica ni respecto al Gobierno de Macri: es estratégica y se mira el ombligo. La discusión es quién podrá ser la respuesta a la pregunta sobre dónde se encuentra el poder en el peronismo.

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